Una cosa es soñar con la casa de Devoto:
Con mi cuarto (arriba). Con un flete, que estacionaba sobre la vereda, llevándose por delante el cantero y el arbolito ese con el que jugábamos a ver quién descubría el primer brote de la primavera. Señores con uniformes azules, descargaban mi cama de madera de una plaza, (sin cajones abajo), la mesa de luz del juego de mis padres, que yo decidía dejar afuera, en el espacio que estaba entre el cuarto y la escalera, junto con las plantas que nunca fui capáz de alimentar. Támbién traían unos escritorios desconocidos para mi y un velador que no funcionaba. Yo decidía:_ no sirve, se tira. El cuarto quedaba atestado de cosas. Era mi cumpleaños y yo quería bañarme antes de que llegara el primer invitado, pero se estaba bañanado mi papá, que en esa época era hippie, con barba y pelo largo, camisolas y pantalones blancos, sandalias de cuero compradas en la feria artesanal de Parque Centenario o Plaza Francia o en el país de no me acuerdo. Y después lo haría mi mamá, y, cómo se te ocurre ponerle maicena a los zapatos abuela, o llevar agua en la cartera en un envase de crema Hinds para manos.
Y otra cosa es que Pancho se aparezca en tu noche:
Titular del noticiero del mediodía: "Así fue como Papi nos salvó la vida". Y trataba de cómo Pancho Ibañez rescataba a dos adolescentes (un chico y una chica, como escapando de sus padres en una canción de Sabina), cuando un policía estaba por matarlos porque habían pasado un semáforo en rojo subidos a su moto. Pancho, se subía a la misma moto con la que los chicos habían cometido la infracción y manejaba con mucho viento en la cara, con los ojos entrecerrados porque no tenía ni lentes, ni antiparras, con su traje gris, como siempre, con ellos sentados atrás, agarrados como podían, de su cintura. Se alejaron bastante de la zona del delito, y al llegar a un descampado, se bajaba, los miraba a los ojos con autoridad, y señalándolos con su dedo índice les decía: _ eso no se hace nunca más. Y además, "me" toman dos vasos de leche por día.
Y amanece, y yo sigo intentando averiguar quién tiene una senda peatonal para prestarme.