viernes, 29 de febrero de 2008

Del 28 de febrero de 2002

"Me acuerdo de una noche, cuando todavía vivías acá: planchabas y llorabas, porque vos lo amabas, y él no".

sábado, 23 de febrero de 2008

Reemplazos

A falta de un hombre guapo de ojos claros,
en esta noche de luna llena:
bombones.

A falta de un hombre guapo,
en esta noche de luna:
bombones y vino.

A falta de un hombre,
en esta noche:
más bombones, y más vino.

lunes, 18 de febrero de 2008

Sueño con valijas

Yo llegaba al aeropuerto, con el tiempo justo y cuatro valijas. Máximo podían llevarse "dos o a lo sumo tres bolsos por persona, señorita", dijo el maletero antes de decir buen día.

Yo intentaba explicarle y convencerlo de que llevaba cuatro bolsos, y no dos, para que no se reventaran los cierres, que estaban falseados y continué alegando, sin éxito, que perfectamente todo lo que había dentro de ellos entraba en dos pero por si acaso yo había preferido repartir mis cosas en más cantidad de bultos.Mientras él intentaba pasar mis pertenencias de un bolso a los otros tres, y asi lograr un bulto menos, yo buscaba en mi bolso de mano, el quinto entonces, mis documentos y el pasaje.

Al abrirlo me daba cuenta de que ni siquiera lo había preparado antes de salir y en ese bolso, negro y sucio, encontraba todas estas cosas inservibles:

Un mate viejo y roto que perdía por los costados al llenarlo, y una bombilla.
Un vaso térmico plateado.
(Todo esto en bolsas de plástico, blancas y con manijas, que estaban pegoteadas por el paso de los años).
Una cajita de fósforos que una mujer que fue novia de mi papá en los comienzos de la separación con mi mamá, le había traído a él de un viaje a la India. A la cajita le faltaba esa parte tan fundamental que es la lija a donde uno "raspa" los fósforos para encenderlos.
Un paraguas. Verde. Y roto.
Un pañuelo de seda, floreado, muy gastado también, que yo llevo en cada viaje como amuleto de la suerte.

"Alguien tiene algo que declarar antes de viajar?", preguntaba un comandante o un policía o alguien de seguridad del aeropuerto. Yo me quedé callada, pero tenía temor de que al pasar por el control, mi disco lumbar artificial hiciera sonar el detector de metales y ellos pensaran que yo llevaba droga en mi columna.

"Hay que decir todo", decía la integrante femenina de una pareja que estaba en la fila, unos lugares atrás mio. "Si, todo", recalcaba él, mochilero alto, de pelos largos y rubios que invitaban a acariciarlo. Y concluía: "Si no, quedás pegada".

domingo, 17 de febrero de 2008

Sueño volador

Caminaba sola por una calle oscura. Llegaba a mi edificio: el teclado del ascensor era diferente del de siempre. No sabía que lo habían cambiado, pensé.
Al tiempo de estar en ese cubo vertical y parecerme que ya era demasiado tiempo como para llegar al cuarto piso, me daba cuenta de que sin querer había apretado el botón del piso trece. Eso era "lo diferente" que yo notaba, si mi edificio tenía sólo cinco pisos.
Se sentía que afuera soplaba un viento muy fuerte. Decidida abrí la puerta: sobrevolaba la ciudad en ascensor. Viajaba por encima de techos y terrazas, rozando antenas viejas y cables rotos. Me sentía Mary Poppins. Algunos gatos peleaban hasta sacarse sangre, otros, hacían el amor bajo una luna soberbia.
En ese momento, mi abuela que no se quería morir, se asomaba a una nube, y tranquila, riéndose como en sus mejores épocas me decía: no tengas miedo, lo peor ya pasó.