Encima tenés marido, Abril. Tenés ese pelo hermoso, largo hasta la cintura, como la barbie tropical que siempre quise (que siempre quise ser), pero en un castaño oscuro perfecto. Y marido. Un poco la odio por eso (y digo: perra); otro poco no. Porque yo no sirvo para estar en pareja, ir a comprar juntos las pastas los domingos, previa compra del diario en el puesto "de la otra cuadra". En todos los barrios hay un puesto en la otra cuadra.
Y no sirvo para ir a comer afuera y "compartimos los ravioles gordi y después vos me das la mitad de tu bife de chorizo", "bien a punto, jefe". Te hacés el amigo del mozo, lo llamás jefe y después, ni el dos por ciento de propina. Y a mi me da vergüenza, me desenamora, me pone más triste que los decorados de ATC argentinatelevisoracolor, o que recordar a Clarita, la de Heidi, en su silla de ruedas. Y me enoja más que los que saltan a la fama después de Gran Hermano o los pastores de Brasil que dan sermones por televisión pasada la medianoche. Te digo, prefiero que me digas que ya no me amás más.
A mi me gusta o comer ravioles o comer bife de chorizo. Y tiene que ser bife de chorizo. Chorizo nunca más, después de esa parrillada compartida en Mar del Plata: nos fuimos para recuperar la pareja. El día de sol más aburrido y nublado de mi vida. Los dos sentados en un banco de plaza , al lado de ese hotel tan reconocido, frente al mar, y mirá si ahora estuvieras acá, yo no podría compartirte ni un poquito de este arroz con leche que es, no te digo el paraíso, pero si el cielo.........aunque no sé qué rankea más alto. Con canela, me vuelvo loca. Cenamos afuera para festejar no se cuántos meses y algunas semanas, pedimos parrillada, me intoxiqué con el chorizo, me ajustaba mucho el jean, las botas esas eran altísimas y con el calor de las medias de nylon, me subía el chorizo al cuello. Pasamos por el hotel y vos: te querés quedar, si no vamos no me enojo, eh?, y yo: pero no, una vez que estamos acá, allá en capital no salimos nunca, vayamos igual. Y nos fuimos a bailar y zas, me desmayé y me levantaron como en los recitales, pasé medio como en otro mundo por encima de la gente, me tocaron mucho el culo (qué preferías, quedarte ahí tirada y que te pisaran todos. Y mirá, no sé, pero tantas manos en mi culo en tan pocos minutos, porque el tema es la cantidad de manos en tan pocos minutos). La pareja no la recuperamos jamás y yo durante cinco años no probé un chorizo.
Cinco años más tarde, en un cumpleaños de mi mamá, -yo estaba muy deprimida, trabajaba de noche y no veía nunca el sol y en el bar fumaban mucho y venía con ese olor en el pelo que encima no me crece como a Abril, ni es de barbie tropical castaña oscura- y me intoxiqué de nuevo. Y el médico: es evidente que usted no tiene que comer nunca más chorizo, señorita, con cara de compungido, como si me estuviera diciendo, usted no va a poder correr nunca más. Y además, si fueras profesional, no me preguntarías adelante de los invitados si tomo o no pastillas anticonceptivas. Y yo, pero bueno, pensé que aquella vez era psicológico porque como estaba en pareja, en Mar del Plata, como papá no quería que fuera y yo me hice la que me revelaba, pero no, no pude, pensaba en que él estaría enojado y. De nuevo, en San Bernardo, en la cena en la que festejamos el primer aniversario, ahi si, llegamos al año, llegué al año, con otro que no era el de Mar del Plata laciudadfeliz, comimos y cuando me fui sola a comprarte el regalo, (un perfume), me desmayé en la perfumería y no había celular y si me muero acá quién me rescata, mi papá tampoco quería que viniera con vos y todo tiene que ver con todo, porque parejas, aniversario, festejos, chorizo, pollo con papas fritas, desmayos, todas esas cosas que a mi me ponen tan pero tan mal, y novia fugitiva. Yo te lo avisé, cuando veas que me calzo mis nike running, es porque voy a salir corriendo.
Abril, yo no tengo el pelo tan largo, ni boxer de mi marido, ni marido, ni unas botas negras de Marc Jacobs, pero colecciono rosarios, en eso nos parecemos.
Son tan lindos los rosarios.