Quería fumar pero no me quedaba un sólo cigarrillo en casa.
Sólo unos "cigarros", de esos horribles que compré únicamente por la latita divina en la que venían.
Igual salí al balcón, a hacer de cuenta que encendía un Marlboro Light.
No sabés el olor a jueves de octubre, mezclado con medialunas calentitas que tenía la noche.
lunes, 16 de marzo de 2009
sábado, 14 de marzo de 2009
Dijo el Profesor Deza
"La naturaleza nos dio la vista, para apreciar sólo aquello que no nos perjudica"
martes, 10 de marzo de 2009
Sueño arriba de un Renault 12
Fijate que después de una noche abombada, con migraña incipiente y "Los Miedos de Yulai" porque "el ascensor está subiendo y bajando desde la una y media de la mañana y tengo miedo", me levanté pensando en cuando patinábamos con los Leccese de tiras naranjas y la abuela me enseñaba a barrer la vereda dividiéndola en franjas así se me hacía menos complicado.
Antes, soñé con Paloma y con mi vecino, D. que increíblemente se animaba y subidos los dos a un Renault 12, él adelante y yo atrás, me confesaba: "claro que hay una mujer en esta vida que me gusta, y esa sos vos, acaso nunca te diste cuenta". Sus ojos fijos en el espejito retrovisor y yo que desde el asiento de cuero negro, le esquivaba la mirada porque me ponía nerviosa tal confesión y además, ahora, tarde piaste, tengo novio nuevo y es divino y usa ojotas con jeans y eso le queda tan bien, porque hay que tener una onda especial para lucir así y no quedar como un Agustín vestido de Jorge, eh?
Almorzábamos, él, Paloma y yo, en el restaurante de un club de barrio, el GEVP. Milanesa a la napolitana él, Paloma y yo compartíamos una carne al horno con papas. Había en la mesa tres señoras más que ni sé quiénes eran, y él, mi vecino dueño del Renault 12 marrón metalizado, pagaba la cuenta de todas.
Elo rendía un examen de manejo y no me atendía el celular. Esa misma tarde comenzaba el seminario de teatro con María Esther y yo no iba, o llegaba tarde, o no me acuerdo bien.
el olor de la siesta
las baldosas del pasillo que conducía al baño del fondo
los mocos de esa nena que andaba siempre en pañales y el perro que un día le mordió la nalga a la tía A.
Igualmente nunca hubiéramos podido tener un romance mi vecino D y yo, ni siquiera de esos de besos en la vereda cuando de noche sacamos a pasear al perro, o vamos a comprar cigarrillos al kiosco, porque él toma agua mineral Villa del Sur y yo Villavicencio. Imposible congeniar. El agua lo dice todo. Imaginate que el setenta porciento de nuestro cuerpo, es agua. Nos hubiéramos matado en el intento de amarnos.
Antes, soñé con Paloma y con mi vecino, D. que increíblemente se animaba y subidos los dos a un Renault 12, él adelante y yo atrás, me confesaba: "claro que hay una mujer en esta vida que me gusta, y esa sos vos, acaso nunca te diste cuenta". Sus ojos fijos en el espejito retrovisor y yo que desde el asiento de cuero negro, le esquivaba la mirada porque me ponía nerviosa tal confesión y además, ahora, tarde piaste, tengo novio nuevo y es divino y usa ojotas con jeans y eso le queda tan bien, porque hay que tener una onda especial para lucir así y no quedar como un Agustín vestido de Jorge, eh?
Almorzábamos, él, Paloma y yo, en el restaurante de un club de barrio, el GEVP. Milanesa a la napolitana él, Paloma y yo compartíamos una carne al horno con papas. Había en la mesa tres señoras más que ni sé quiénes eran, y él, mi vecino dueño del Renault 12 marrón metalizado, pagaba la cuenta de todas.
Elo rendía un examen de manejo y no me atendía el celular. Esa misma tarde comenzaba el seminario de teatro con María Esther y yo no iba, o llegaba tarde, o no me acuerdo bien.
A la noche en la cena, les conté a mamá y a Yulai cómo era:
amanecer cuando todavía era de noche en la casa de los abuelos
desayunar en el negocio
la cantidad de manteca que la abuela le ponía a las galletitas de agua que me preparaba con jamón y queso
el fresco de la sombra cuando al mediodía bajábamos la persiana por unas horas
la frazada sobre la que el abuelo se acostaba a dormirel olor de la siesta
las baldosas del pasillo que conducía al baño del fondo
los mocos de esa nena que andaba siempre en pañales y el perro que un día le mordió la nalga a la tía A.
Igualmente nunca hubiéramos podido tener un romance mi vecino D y yo, ni siquiera de esos de besos en la vereda cuando de noche sacamos a pasear al perro, o vamos a comprar cigarrillos al kiosco, porque él toma agua mineral Villa del Sur y yo Villavicencio. Imposible congeniar. El agua lo dice todo. Imaginate que el setenta porciento de nuestro cuerpo, es agua. Nos hubiéramos matado en el intento de amarnos.
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