martes, 21 de abril de 2009

Definición

Así es el amor:

Irracional
Desigual
Injusto
Desencontrado
Fugaz

domingo, 12 de abril de 2009

El juego de la Oca

Íbamos en el auto, Rey, su padre y yo. Y su novia: una nena que viajaba al lado de él en el asiento del acompañante. El padre de Rey la señalaba con su mirada y me preguntaba, quién es?, y yo le respondía lo que nadie me había dicho pero suponía, calculaba, deducía: la novia, le respondí, y nos miramos los dos como diciendo: a vos te parece. La nena de cuatro años, rubia, con pelo suelto, lleno de rulos por debajo de los hombros, hebillas de Hello Kitty y delantal de jardín de infantes, a cuadritos rojos y blancos, no sabía ni hablar, y mientras ella contaba a qué habían jugado esa mañana en la salita amarilla, yo en lo único que pensaba era en cómo harían el amor, por no decir, en cómo carajo se la cogería, siendo la nena tan chiquita. Rey mide un metro ochenta y dos y pesa no sé, setenta y pico de kilos, o al menos eso pesaba cuando yo hice las valijas una madrugada y casi sin dar aviso, me volví del campo una mañana de agosto. Pero sos tarada, decía él, cómo va a ser mi novia esta nena de dos años, mi novia es esa: y me señala allá, un poco más lejos, una mesa armada con un tablón largo de madera y dos caballetes, llena de gente, en la que se comía un asado y se brindaba cada dos minutos con vino tinto: salud!!! gritaban y se reían y .............ella era flaca, no muy alta, de piel blanca y pelo negro, corte carré. Daba la esposa de uno de esos directores cinematográficos que con dos mangos saltaron a la fama y acá sus películas no las ve nadie pero los tipos viajan a los festivales de todo el mundo. Que Berlín, que Cannes, que premios de acá y de allá.
La mina tranquila, se llevaba un pedazo de asado a la boca, tragaba, tomaba un poco de vino. Se le notaba en la cara el buen sexo de esa misma mañana, y las caricias de Rey todavía se reflejaban en sus mejillas, como cuando te quedan las sábanas marcadas, y sus besos, sus abrazos, su amor desprendido, desinteresado e incondicional. Claro decía yo, cómo no me va a cambiar por ella, o cómo va a querer volver conmigo, que soy un terremoto, un huracán, un tsunami, que no me detengo ni a respirar, ni a comer, que no sé disfrutar del ocio ni me divierto viendo La Momia.

A mi a veces, me da la sensación de que todo es como un juego del estilo La Oca, con casilleros y fichas redondas de colores, y dos dados para ir tirando, cada uno a su turno. Algunos, ganan y avanzan, y se llevan todos los billetes de colores, hasta los violeta que son los que menos valen. Otros retroceden, pierden jugadas y regresan al casillero número uno.