sábado, 26 de julio de 2008

Novia fugitiva

Vos insitís Yulai, en que yo no diga nada de todo esto que siento, porque total, mañana se me pasa y otra que Fermina Daza en El Amor en los Tiempos del Cólera, y "discúlpeme Florentino, pero hoy al verlo, me di cuenta que lo nuestro no es más que una ilusión".

Sabés qué pasa Yulai, que yo no puedo quedarme con todo esto adentro. Es como cuando ves a alguien conocido caminando por la vereda de enfrente, es obvio que vas a querer llamarlo, hacerle señas con la mano, gritar, saltar, para que te vea. Es imposible seguir caminando como si nada. Por eso yo te digo que no es que quiera, sino que necesito, decirle que desde el primer momento, bueno, desde el primer momento no, pero si desde el segundo o el tercero, me arrepentí a lo Letu Bredice y con bombacha y sin corpiño, asi tapándome las tetas con las dos manos, "les pido perdón a todos los hombres de los que me escapé". Y que ahora no podría salir corriendo cual novia fugitiva, primero, porque ya no tengo las Nike running de aquel entonces y con estas Puma no es lo mismo, porque no son tan cómodas, y además porque los médicos todavía no me dieron autorización para correr. Y que es verdad que me molestó que no hubiera coherencia entre lo que decía y lo que hacía, y que sentí que era un cobarde porque no tuvo el coraje de desandar lo dicho, porque para qué tanta historia con eso de una relación madura, sincera, directa, con paz por las mañanas y peces en el corazón, si al final, todos son iguales, y lo dicho, dicho está, pero no seas ilusa mujer, y date cuenta de que no soy David Coperfield pero puedo hacer que todo se desvanezca como por arte de magia, y ni aunque te lo jure por Julita, o por mi hermanito que es lo que más amo en el mundo, porque si cruzo los dedos el juramento no tiene efecto, y si no los cruzo tampoco se muere nadie.

Y P. me dijo que por una pavada tiré todo por la borda en menos de lo que canta un gallo, y que "por intolerante te perdiste un chico divino, un amor de persona". Y claro, ella lo conoce desde hace años, como veintisiete, por eso lo defiende. A mi me conoce hace no sé, cinco, seis años como máximo, y encima no soy su amiga, sino que era la novia de uno de los mejores amigos de su marido, doce personas y un lobo marino entre nosotras dos, está claro que corro con desventaja con respecto a Uno.

Y me retás Yulai, y me decís que por hacerme la liberal, no soy clara, y que parecemos dos adolescentes jugando a las escondidas, y desde el baño y mientras te ponés el tapaojeras, "maduren de una vez, querés". Y ahí me hacés sentir, no te digo la peor de las hermanas mayores, pero si asumo que debieras haber nacido vos primero y yo seguirte, y observarte y, bueno Yulai, qué más querés que haga, que le diga que en el verano me compré pensando en él: trece remeras, (dos de ellas estampadas, una con pájaros, otra con mariposas), un escurridor de lechuga (qué hallazgo), y un collar con una muñeca azul a la que no sé si llamar Abril, Acuario, Azul, Frida Kahlo o Libertad.
Que hace meses me acuesto, y almuerzo, y me levanto, y meriendo, y voy a la casa de electricidad que queda en Avenida Mosconi, y no lo miro nada de nada al chico con gorrita, y al otro menos que menos porque se casó, y vuelvo a casa, y me baño, y cuando voy a cambiar la bombita que compré, por no subirme a una silla, no llego ni poniéndome en puntas de pie, y se me cae, y se rompe, y se me llenan de vidrios las botas marrones que estaban abajo del aplique de luz. Y voy al chino porque me olvidé de comprar el postre de vainilla que nunca voy a hacer, y mojo las frutigran en el café con leche, y me golpeo la rodilla con la mesa ratona, y miro una novela sin prestar atención al contenido pero me quedo absorta observando a Luisa Kuliok porque está igual que en La Extraña Dama y para esta mujer no pasa el tiempo, será de Dios. Y que se me cae el frasco de mermelada, y le cambio las pilas al control remoto, y pongo a funcionar el lavarropas, y me como una manzana asada con miel, y prendo un sahumerio, y hago, digo, no digo, no hago, tantas, pero tantas cosas pensando en él?
Que siento que con él estoy "en tratamiento de recuperación", y que si me descuida o me descuido sería gravísimo, porque en un sólo segundo caigo como en picada desde una montaña de penas, en el precipicio de las redes envenenadas del desamor de Rey. Cómo le digo que es el único, pero el único de todos todos eh, con el que me arrepentí de escaparme, y que cuando vuelvo con Rey no es porque quiera sino porque no puedo, y no es por justificarme Yulai, pero aunque vos no lo entiendas, no es inexplicable, porque ya lo dijo el doctor Abdala en la revista Viva, y el doctor Abdala sabe, que está comprobado científicamente que en esto de las adicciones al amor de un hombre malo que te parte el corazón en mil pedazos, hay algo relacionado con los impulsos obsesivos, como la drogadicción, el alcoholismo o los trastornos alimenticios. Y el doctor Abdala te dice palabras como "dopamina" y a mi me da una seguridad.

Fue una noche después de sacar la basura a la calle, cuando me miré en el espejo del botiquín de Mendoza y querida, no podés estar tan amargada, y me di cuenta que hacía tanto que no escuchaba mi propia risa, y me dio lástima, porque era hermosa mi sonrisa Yulai, y hasta la doctora Kotler quería sacarme una foto y exponerla en el consultorio. Te acordás de los monos con bigotes, y las flores, y los perros en monopatín, y los globos que tenía pegados en el techo, para que cuando nos sentáramos en el sillón celeste y nos pidiera que abriéramos la boca, en lugar de llorar y patalear, nos distrajéramos con las figuras de colores.

Poly opina como vos, que más vale que cuando conozca a alguien, open my mind y me deje de joder con Rey, y con la pelota. Y yo me pongo contenta cuando creo que en unos ojos nuevos, o en unas piernas largas, o en unos libros de filosofía, encontré el amor, y se lo cuento a M. y "esta vez es diferente" y "cuántas veces escuché eso, decime, cuántas". M. suspira fuerte, y está a punto de encender un cigarrillo, pero no lo hace porque yo ya le conté que no me dejan fumar ni estar en lugares en los que se fume, porque "la nicotina impide que mi prótesis se adhiera al hueso", y le da culpa hacerlo, porque imaginate un disco no agarrado a la vértebra, "sería una desgracia la boca se te haga a un lado", y entonces no fuma, pero pasa nerviosa las hojas del cuaderno, y hasta me da la sensación de que está por revolearme el cenicero por la cabeza, y dice que no le importa saber quién es el nuevo desconocido de sexo masculino que ocupa mis tardes de té con limón y mis noches pegada al teléfono, porque igualmente el destino final de esta historia de amores, desamores, tormentas, llantos y pasiones, es Rey.

Año 1998, el desencuentro según Yulai: "Me acuerdo de una noche en la que planchabas y llorabas, porque vos lo amabas y él no"

Quizás tengas razón Yulai, y lo mejor sea quedarme sola, y no decir nada de todo esto. Mejor calladita la boquita, y si tenés el impulso de abrirla, mejor andate a la plaza a hacer tai chi con esa pareja que se viste de blanco y vende plantitas del dólar, u ordená por orden de fecha de vencimiento las latas de lentejas que tenés en la alacena, o hacete un baño de crema de algas marinas, o algo que te haga hacer silencio, porque acordate que después "sos esclava de tus propias palabras" y ahí si que me da un ataque y me dan ganas de golpear la almohada contra la pared y hago "patadita" contra el piso, porque quién me mandó me querés decir, quién me mandó a hablar, si yo estaba tan tranquila, sola en mi casa, descalza y despeinada, cuándo no, haciendo de cuenta que mi raqueta es una guitarra y desentonando Sweet Child O´ Mine, tomando mate, chequeando casi de manera obsesiva la temperatura en la televisión, escuchando cada tanto Kiss Me en la computadora, y cantando, haciendo de cuenta que Eduardo me hace audicionar para reemplazar a la chica (gorda) que lo hacía antes porque "por un tiempo no va a poder venir a los ensayos porque se dobló el tobillo izquierdo en su clase de tae bo", y ahora que me probaron a mi, Eduardo queda deslumbrado al verme y al escucharme, y al final decide que quedo yo como la protagonista de este musical, y canto, no te digo con la voz de Liza Yulai, pero si con su potencia y su energía. Y el libreto dice que tengo que subir por la escalera que está detras de bambalinas, y asomarme a ese balcón de utilería, desde el que miro hacia abajo, hacia los costados, hacia arriba, hacia adelante y hacia atrás, y no lo encuentro a Rey, ni a Uno, ni a Romeo, y yo no soy Julieta. Y me querés decir Yulai, quién soy yo y a dónde estoy, que no me puedo encontrar.

(Eduardo sabe que con tacos soy un desastre, entonces me permite dejarlos al pie de la escalera, total, detrás de ese balcón de utilería, nadie se da cuenta de que en realidad estoy descalza, con medias negras como mi ánimo y tan agujereadas como mi corazón).

lunes, 21 de julio de 2008

Duelen los recuerdos (esta noche)

Grito un poco, y Yulai dice que mejor no hablemos, porque estoy alterada. Y tiene razón. Y lloro. Y se me hace un nudo en la garganta, que es como mi corazón, y casi cancelo la cena que ya estaba servida, pero no, lo dijiste esta mañana mientras caminabas en la plaza, "a paso firme, tomando consciencia de la respiración, creciendo hacia el cielo, generando espacio entre tus vértebras, visualizando tus discos hidratados como esponjas, embebidos en su líquido orgánico y vital", si te sabés de memoria la plegaria, fue al mejor estilo publicidad de musical de la Avenida Corrientes: la vida es hoy. No esperes a que las cosas sucedan para cambiar, cambiá, así las cosas suceden.

Y al final no lloré (por un rato).
Y comí.
Y planché tanta ropa que ya casi no queda nada en el canasto de mimbre, que ya casi no es canasto.
Y ahora tomo vino. Sólo un poco Yulai, te prometo que si mañana me duele la cabeza, no me quejo.
Y aunque después de la bronquitis dije "no fumo nunca más", me lamí uno de los dos Marlboro light que quedaron de antes de la tos. No están húmedos como creía.
Y el vino trae consecuencias, y sabés que me pasa Yulai, se me mezclan las montañas que rodeaban el refugio ese en el que te conté que pasamos la noche, con las sombras del departamento de enfrente. Y de repente siento el placer del aire congelado en mi cara, como si estuviera caminando en este mismo momento por las calles de tierra de ese pueblo demorado, pero me distrae ese gato negro trepando en la medianera de la casa de al lado. Y me da la sensación de que con un sólo salto puede llegar a nuestro balcón. Le tengo más miedo a los gatos que a los tigres de vengala. Ya sé que me vas a decir ahora "a qué no le tenés miedo vos?". Aunque te digo la verdad, no sé si eso que se me va acercando, es un gato chico o una rata enorme. Y acá la música está bien fuerte, pero a mi me aturde más el recuerdo del silencio absoluto de la noche. De las noches. De cuando éramos él y yo, y yo sentía que hacíamos un buen equipo, porque era mi marido perfecto porque no usaba camisas ni me pedía que aprendiera a cocinar. Y pensar que nos amábamos tanto que creíamos que nunca se iba a terminar el amor, el desamor, el.
Y ya se Yulai que a él no le gustaba ir a los casamientos, ni a las fiestas de quince o a los cumpleaños conmigo, pero me esperaba aunque yo llegara tarde de las funciones en el Luna Park con la comida que le había pedido: zanahoria rallada con huevo duro, pero qué menú tan elaborado, acaso no soy una mujer sofisticada. Y yo lo amaba porque no encontraba las llaves del auto, aunque las tuviera delante de sus narices y porque se olvidaba que día es mi cumpleaños o de cuántos años tengo. (Me habla la luna colgada en el cielo. Pero cuántos vasos de vino me tomé?).

Y sabés que es lo único que necesito ahora, Yulai, que Betty o Roberto me habiliten la pileta. Vos no podés entender cómo me puede gustar nadar con lo que implica armar el bolso, con la malla, el gorro, de lycra para el agua, de lana para cuando salgo, las ojotas, las antiparras, las cosas para bañarme, el secador de pelo, la crema para la cara porque con el cloro sentís que se te corta la piel en pedazos.
Y no hace falta que esté el médico, Betty, si con el guardavidas alcanza, acaso cómo hacíamos antes de esa ley que no permitía gente en la piscina sin un médico cerca. Quedate tranquila querida, hay tantos momentos para que eso suceda, no me voy a morir justo ahora, haceme el favor, dejame pasar, es sólo un rato. Y no enciendas las luces, si con lo que llega a entrar por las ventanas alcanza. Mirá bien, "si entra la luz, como un soplo de esperanza". Date cuenta, qué clase de hincha pelotas soy, que te llamo a las dos de la mañana para que me dejes nadar pero te regalo poesía acuática, un amor de persona soy, hincha pelotas pero con categoría. Tenés que ayudarme Betty, si vos sabés que no hay nada mejor que nadar sola, en paz, a oscuras. Acá no me da miedo, porque no hay aguas vivas como en Uruguay, ni tiburones como en las películas, y todo es mejor acá adentro porque en el agua no pesan las ausencias, ni duele el desamor, ni sangran los recuerdos. Acaso vos no tenés recuerdos sin cicatrizar, Betty?

Aunque yo creo Yulai, que lo mejor es acostarse. Y te prometo que mañana sólo té de cedrón o té con limón, o té de tilo, y que si me duele la cabeza, no voy a decir "ni mu". No más vino en las noches solitarias y tristes como hoy, en las que mi parte adicta se aburre, se olvida, perdona y deja pasar. Y sabés bien Yulai, que eso me hace enojar y me preocupa y me.

Sabés qué pasa Yulai, que cuando yo estoy en el agua me siento tan en mi centro y tan feliz, que puedo darle crédito a eso que dice Miguel, "que el amor es eterno mientras dura", y después, bueno, fijate, qué pasó con el amor que vivía en algún lugar de tu corazón, de tu cerebro, de tu sexo, si sanseacabó o qué.

Y cómo me gusta esa frase, la voy a estampar en una remera y me la voy a poner mañana mismo, para salir a caminar bajo la lluvia con mis botas de montar: amo el mar.

domingo, 20 de julio de 2008

Sueño del 9 de Julio

Qué hacíamos Yulai, durmiendo en el living de la casa de devoto? Pensé que estaba la abuela al lado mio, pero eras vos la que dormía en una cama de una plaza, pegada al lado de la mía.

Juan me confesaba que tenia un hijo extra matrimonial, "con una pendeja, morocha y medio gorda". El nene se llamaba "Marquitos". C no sabía nada de esa historia que la hacía la cornuda de Palermo. En cambio J si, y mi miedo era que ella se lo contara a su madre. Juan tenia unos dientes que no eran los de él, demasiado blancos, demasiado dentadura de modisto de alta costura.

Por otra parte, Roberto C, que más que un pediatra de la infancia parecía un concejal (de San Miguel), me decía que teníamos que vernos para hablar sobre unas fotos, en las que yo aparecería desnuda, y sobre una película, en la que haría de sirena, "cosas de trabajo". Cuando yo le preguntaba a dónde quería que nos encontráramos, él me respondía: EN EL CENTRO DE TU CATEDRAL.

Feliz día de la patria. Digo, de la independencia.

viernes, 18 de julio de 2008

No voy en tren, voy en.............146

Una hora y media arriba del 146. Decí que estaba tan feliz por esto de estar recuperando las ganas de vivir que me lo tomé bastante relajada, aunque, para qué negártelo Yulai, a la hora y dieciocho minutos, casi me pongo a llorar, y hasta saqué las carilinas de la cartera, como para entrar en clima, y llegué a hacer el puchero previo a derramar lágrimas, pero me vi reflejada en esa ventanilla que tenía enfrente mio y cómo vas a llorar por esto.

En la parada, mientras yo esperaba el colectivo y un taxista discutía con cuatro policías sobre:
déme el documento, no, no se lo doy, mire que llamo al móvil, llamá a quien quieras, ese chico que me decía, estás tan buena, pero tan buena nena, y como que con la mirada de arriba a abajo, me untaba con manteca, y me comía, y me arrancaba el tapadito nuevo, y me sacaba la remera y la dejaba tirada en la vereda, del lado del revés, porque no había tiempo que perder, pero dejame las botas azules que hace frío. Te gusta el encaje blanco?.
Pero no, no puedo, yo había dicho que nunca más a esta vida loca, había dicho que no salía más con hombres comprometidos, pero cómo se resiste una a un mensaje de jueves al atardecer: tragos esta noche?. Imposible decir no, pero te prometo Yulai que es la despedida de esta vida de chica que desparrama corpiños en sillones desconocidos y deja pantalones tirados en pisos de madera ajenos. Si pensándolo bien, qué sentido tiene. Es tan decadente como un jean demasiado ajustado después de los cincuenta: flash back a la adolescencia en un taxi Premium; sala de espera espejada, luces de colores y botones por todas partes, y una mucama en los pasillos, y viajar con otra pareja en el ascensor, y esa música tan de micro de larga distancia que va hacia la costa. Mejor quedarse en casa, joguineta gris, manchada con aceite justo ahí en la entrepierna, ojotas con medias, pero qué glamorosa, y alfajores de maicena mojados en el café con leche.

Es que por momentos quería bajarme y correr, te juro, o mejor sobrevolar la ciudad por encima de los autos, los colectivos, los piquetes...........todas las ventanillas cerradas, olor a chizito, a queso rallado, a pelo sucio, a caño, acaso nadie puede abrir una ventana. Que se rompa la máquina expendedora de boletos y lleguemos sin escalas hasta Beiró y Cuenca, te lo pido por favor.

Y en lugar de llorar, intenté abstraerme del embotellamiento y me puse a recordar algunas cosas, como la noche en la que casi de madrugada llegué de sorpresa a la casa de M., y se puso tan contento, y me invitó a que quedarme con él, y miramos películas tirados en su cama, comiendo helado, de menta con chocolate yo, de dulce de leche granizado él, y después nos reímos como locos con esa conductora del cable que tenía demasiado colágeno en los labios y hablaba en neutro sobre el sexo tántrico, y nos dijimos cuánto nos queríamos, y nos abrazamos, y yo le agradecí el haberme salvado de la peor de las pesadillas, y nos miramos a los ojos, y me disculpé por haberlo mandado de vuelta de aquellas vacaciones en las que mientras lo esperaba, me enamoré de otro comiendo churros en la playa, y lloramos un poco, y nos volvimos a mirar, y nos dormimos con la promesa de no claudicar, y cumplimos, pero sólo hasta dos días después en el que nos enroscamos en un sueño arriba de una nube, y al otro día despertamos y nos queríamos más que antes.

Bajar y sentir ese frío en la cara, y respirar aire libre de olores concentrados. Y comprar maquinitas de afeitar en la perfumería esa que vende caro, pero en la que compro algunas cosas, por darles una mano, me da una lástima que Farmacity se los coma. Aunque "Farma" me encanta, es como mi shopping. A vos no te dan ganas de tener uno abajo de casa y si un día no te podés dormir ir a pasear ahí?. Debieran poner bar en Farmacity, aunque sea algunas mesitas, y si no queda bien que en una farmacia haya olor a lomo con papas fritas, despachar sólo cafetería y cuadraditos dulces de manzana o de coco, podría ser, no te parece Yulai?. O bueno, ensalada de apio con roquefort, cosas así.

Después miré absorta todas las vidrieras, y me atraen tanto los anillos lindos como los aros feos, y las medias con dibujos de vaquitas de san antonio o de las chicas super poderosas, como los maxi bolsos. Y unas cuadras más adelante, atún y barritas de cereal en el chino que está al lado de la plaza. Crucé de vereda y felicidad por ese número especial que titilaba en el visor negro y rojo. Y agua mineral en el super que está más cerca de casa, así no cargaba peso durante tantas cuadras, después, ay, después me crucé con ese chico tan guapo y tan pelirrojo, tocate la teta izquierda, (yo de esa superstición no me curé), seguí caminando, con esa garúa que como decía el tío y ahora dice la tía, "no moja pero empapa", que es tan molesta pero hoy no me afecta, porque ya superé el viaje en colectivo sin llorar, ya caminé como una sirena por las calles de mi barrio, ya hoy todo tiene otro color. Porque está bueno alejarse y desprenderse e intentar rodearte de cosas y gente linda, pero cómo me cuesta Yulai, porque viste que lo intento hace mil años, y creo que puedo pero no, la cosa se pone difícil cuando mi parte enferma se aburre. Pero yo le hago "trulalá" a esta humedad que me cala los huesos, y sonrío por encima de mis ojeras, y le agradezco esta felicidad a la gente de Aptra, al sodero de mi vida, a la señorita Susy de primer grado, que enviudó tan jóven, y a la comparsa Mari Mari, porque hoy, salió mi sol.

miércoles, 16 de julio de 2008

Despeinada

Frase del libro nuevo: "la risa cura, y el que se cura resuelve"

No te parece Yulai que no hay nada mejor que recibir como regalo de cumpleaños (número 33 o el que sea), un libro. Bueno, si, tal vez un tapper (de mediano a grande), lleno de arroz con leche, o un anillo de coco, o una bombacha con una mariposa naranja estampada en parte de adelante.
Viste Yulai, que la gente como que necesita decir cosas todo el tiempo, y antes era: "cumplís años el día de los enamorados", y ahora se agrega: "la edad de cristo". Falta el "yo a tu edad ya estaba casada y tenía tres hijos", y estamos hechos. Con lo sagrado que es el silencio.

Mejor todavía si tiene ese título: "La vida te despeina", porque es como que me veo reflejada en esa tapa con esa chica con pelos al viento, como que la ilustraron para mi, o como que soy yo misma la de la foto, porque a mi me gusta tanto andar despeinada por la vida. Yo no podría usar Spray o hacerme un peinado recogido y sofisticado para una fiesta. Y a veces me gusta escaparme especialmente a amanecer despeinada en otras casas, mejor dicho, en su casa, y pararme así, una mañana de calor cualquiera, apoyada sobre el marco color madera de la puerta, con esa cara de dormida que me hace más grande la boca y más chicos los ojos, y que él, cuando con sus calzoncillos blancos va camino al baño, pase por al lado mio, y me agarre de la cintura, y me mire, y me bese, y no hace falta que digas nada.

Y te acordás que otra vez, otro día, otra noche, te eché de mi casa, y ni tiempo de ponerte el reloj te di, y quedó ahí, sobre mi mesa de luz, plateado y frío, delatando segundo a segundo, tic-tac, tic-tac, la evidencia del paso del tiempo. Y en un arranque, y por no tirarlo en el tacho de basura o meterlo en la heladera junto con los tomates, lo guardé en uno de los cajones del placard, pero bien abajo de una pila de remeras, para no angustiarme recordando el tiempo perdido.

Y cuando enojada y después de bajar a abrirte, me fui a fumar al balcón, como que alguien me sacudió y me dijo: mirá nena, divertite, y pude ver en el departamento de enfrente, en vivo y en directo, aunque detrás de las persianas entreabiertas, a esa pareja haciendo el amor, de manera tan sincronizada y correcta, que parecía que estaba todo guionado. Igual se veía bien porque tenían la luz encendida, y era como estar en el auto cine, pero sin el Renault 12, y un poco me dieron lástima, y otro poco risa, y un poco sentí envidia, porque al menos lo hacían así, de manera ordenada y aburrida, pero no estaban solos, o ella no estaba sola como yo, con mi bata de toalla blanca y mis pelos despeinados para nadie, sin mi hombre de brazos largos y camisas afuera del pantalón. Porque las chicas despeinadas como yo, nos merecemos eso, hombres de brazos largos, capaces de llegar a mis lumbares a través de este tajo que tiene mi camisa roja en la espalda, y no divorciados hace menos de un año como vos, que se hacen los pulcros y se peinan con gel, pero en realidad son unos puercos porque en The Oldest querías tocarme las tetas, y que la gente de las otras mesas lo viera, y vos te sintieras grande, y hasta se te notaba en la cara que era como que escuchabas los aplausos y las ovaciones de "genio, genio", por estar con una mujer tan hermosa y despeinada como yo. Y coronó la noche escuchar a esa gata en celo, maullando como una perra en el techo de chapas del galpón de al lado del edificio. Y yo no sabía si largarme a llorar, si llamarlo a Rey, si morder con furia hasta destrozarla, la cajita de mis Marlboro box light ten, (no, mejor no llamarlo a Rey), o si bajar a la Shell de la esquina y comprarme dos copas Cindor y una Patoruzito, que sería lo más parecido a suicidarme, o si mejor, generar endorfinas, riéndome mucho, y no digo tapar los errores Yulai, así como tirándoles tierra encima pero sin hacer bien el pozo, pero si olvidarlos por un rato, como para aliviar esta sensación, mezcla de enojo, bronca y dolor que me tiene el entrecejo fruncido y se me marca acá, y después no hay lápiz antiarrugas capáz de borrar el zurco profundo entre mis ojos que miran más allá. Mejor dejame por un rato acordarme de las vacaciones en Valeria del Mar, de la foto esa que nos sacamos con Elo y Juan en el Pato Verde, de las tardes en el Tío Alberto, con películas, Fanta y maníes, de cuando jugábamos a hacernos milanesa, y así reírme un poco más, generar más endorfinas y poder curarme y resolver. O al menos intentarlo.

PD: vos decís Yulai, que un cuarto de dulce de membrillo y medio litro de vino es mucho para una sola mujer despeinada?

miércoles, 9 de julio de 2008

Víspera de feriado

Anoche dormí muy poco y no es que hoy tenga sueño o me duela el cuerpo, aunque si, un poco me duelen las piernas. Es que siento esa picazón en la vista, esos pinchazos en los ojos, como agujas de acupuntura, como cuando me hacían electroanalgesia, como cuando te depilás las cejas y te queda ahí doliendo todo el día arriba de los párpados.

Y caminé mucho por el sol, con la campera puesta, por no llevarla en la mano, y yo también tengo calor en los pies y me molesta el vidrio que quedó en mis zapatillas cuando el otro día se me cayó la lamparita que iba a cambiar adentro de una de ellas, pero tampoco es para tanto, te parece caminar con ojotas por Avenida Santa ? Seguro sos extranjera. Yo en otro país también lo haría.

Víspera de feriado y como que todo está permitido: ver concursos de baile en la televisión, escuchar reggaetón en la computadora y bailar con Yulais delante de las ventanas del living, dedicándole las coreografías a los vecinos de enfrente que fuman en sus balcones, lavar de repente las zapatillas de correr, seguir bailando, comer alfajores de chocolate. Lo mejor es que no me parece viernes por ser mañana feriado, sino jueves, que es mejor todavía, porque a mi los jueves me sientan tan bien como el exprimido de naranja a la mañana, o como Magnolia, la película que vi en el Abasto, una tarde de miércoles, cuando vivía sola en Palermo e iba una vez por semana al cine: algo relacionado con el pasado y con no resolver los cnoflictos y salí tan flasheada que al otro día en terapia hablé todo el tiempo de eso.

Éste jueves, me dan ganas de que alguien me cante:

"Me gusta desarmarme arriba tuyo,
me gusta demasiado ensuciarte,
besar tu flor, inmediata,
besarte atrás y adelante.

Me gusta tanto que me encante,
que quiero hasta la locura,
desarmarme en el vaivén de tu cintura,
y remar sobre tu espalda
y naufragarte"

Y si,

Ensuciame
Besame
Desarmate / Desarmame
Remame
Naufragame

Mientras yo me como todos estos Jorgitos de chocolate.

jueves, 3 de julio de 2008

Gracias a Aptra

Esta noche: zanahorias hervidas cortadas en rodajas, más lechuga, más huevo duro. Estos me salieron bien, los hice con amor, como me dijo que hiciera Yulai con las manzanas que hago en el microondas. Si no las hacés con amor, siempre te van a quedar mal, dijo.
Mucho frío en los pies, mucho té de cedrón, (menta peperina era con él, no acá, sin sus manos lindas y sus pelos locos).
Una noche de farándula: la entrega de los Martín Fierro con "la mejor vestida de la noche", momentos emotivos y otros aburridos. Dedicatorias largas sin sentido, palabras que se pierden en esas copas de vino que tomaron antes de subir a recibir el premio: se lo dedico a mi familia, que siempre me apoya y me acompaña, a mis abuelos que me cuidan desde el cielo, a mi hermanito que es un sol, a mis amigos, a Paloma que es el ser más dulce que existe sobre la tierra, al sodero de mi vida y a la comparsa Mari Mari.