viernes, 14 de septiembre de 2007

Sin título

Anoche de nuevo, estuve visitando la casa de mis sueños. Y pude ver, palpar, oler, sus paredes, sus pisos, sus rincones..........Me asomé al jardín desde la ventana de la cocina y espíe el verde, imponente. Cerré los postigones cuando llegó la noche, porque además la casa quedaba sola. Nos íbamos todos de viaje. Juntos.
La menor, era más chica que ahora. Ellos estaban juntos. Yo.........seguía pensando que "menos es más" y que para evitar los vómitos en el avión que nos llevaría a nuestras últimas? vacaciones compartidas, lo mejor era no comer. (Como siempre con o sin avión de por medio).
En el camino hacia el aeroparque nos cruzábamos con familiares con los que estábamos distanciados, y como si nos hubiéramos reencontrado después de una gran tragedia, y nos arrepintiéramos del tiempo no compartido y nos olvidáramos de lo sucedido, nos saludábamos con emoción en la mirada y con abrazos que todavía siento: digna de ser utilizada la imágen en una película de algún director que está por debutar en la industria cinematográfica.
Nos habíamos olvidado algo (no recuerdo qué) y yo volvía sola a la casa, que estaba oscura, sucia, desordenada, casi en ruinas. En la mesada, en la pileta de la cocina, en la heladera, en el comedorcito, sobre la mesa de algarrobo, que aún hoy respira y habla y llora, había potes, compoteras, fuentes redondas, rectangulares, chicas y grandes, con arroz con leche (me quiero casar?). Eran pedazos duros de arroz, (como pedazos de tierra seca), con canela desparramada por arriba. Agrietados, coajados, endurecidos. Como nuestros corazones en esta relación. Hoy.