sábado, 29 de septiembre de 2007

Aférrate así, mujer

Él le dijo: me gustan tus pies, y la forma en la que con tus talones, te aferrás al piso, al suelo, a la tierra. Como si quisieras hechar raíces, le siguió diciendo, mientras la miraba, perplejo. Ella sintió que crecía, como un árbol, hacia arriba, bien arriba. Sus brazos como ramas largas, que se extendían hacia el cielo, como queriendo atrapar algunas estrellas, la luna.

Y sintió que le crecía el pelo también, como en ese sueño en el que se vio con esa cabellera entre rubia y castaño claro, natural, sin tinturas, como en la época en la que aún no había descubierto el engaño, la mentira, la traición.