viernes, 23 de mayo de 2008

Viernes por la noche

Viernes por la noche: ensalada con huevo duro en una punta de la mesa, empanadas de carne, de jamón y queso, y una comida judía, en la otra punta...........un buen vino. Tinto. Suave. Una hermana con ganas de salir a bailar y un cd de música marchosa sonando en el living. Bailamos junto a la ventana, frente a los ojos del chico de enfrente que siempre sale a fumar al balcón. A veces lo hace en jeans y sin remera, mientras yo elongo después de mis ejercicios de pierna y espalda, despeinada y con musculosa sin corpiño. Pero no me seduce, no me dice nada. Creo que yo a él tampoco. A veces me dan ganas de hacerle "hola" con la mano, pero es más chico, se lo ve timido. Además tiene un coquer. Me ponen mal las orejas largas rozando el suelo.

Se me partió la cabeza desde la tarde. Mente en blanco, dedos en los párpados (lo saqué de un libro sobre "cómo recuperar la visión sin gafas"), baño con agua fría. No hubo caso. Logré desterrar el migral de mi botiquín, pero el paracetamol 500 no surte efecto. Ingerí casi desesperadamente dos cafiaspirinas y acá vamos, llevándola mejor..........las ojeras van mutando de azul a verde musgo, no están tan mal como a las seis de la tarde cuando creí que pedía una ambulancia y me internaba por voluntad propia.

Once de la noche y mi hermana sigue sin concretar un plan que la convenza. No sé cómo haría para vestirse si ahora la vinieran a buscar, yo todavía no sé cómo voy a trasladarme del sillón a mi cama. Sigue sonando el cd, esta vez más fuerte. El chico de enfrente vuelve al balcón a fumar (o a vernos bailar con pijamas, vinchas en la cabeza y cuchuflos en el pelo). No somos sexies?. No.

El vino se ve que estaba bien bueno, ya no queda casi nada. Tomo, no tomo. Pruebo el que hay servido en una copa que no es mia. Tomo, así se me pasa el dolor de cabeza. No, se me va a terminar de partir, mejor soda. O té de boldo. O mate. Qué feo me sale el mate. Mis mates son la expresión de la decadencia en su estado más puro.

Once y media de la noche. Tuve que acudir al hielo. Gel recién sacado del freezer directamente en la cabeza. Sin toalla ni pañuelo de tela de por medio. No queda ni un pañuelo de tela en esta casa.

No hay más vino. No se escucha más esa música de boliche de cuando tenía diecinueve años e iba a bailar con pollera corta , botas de caña alta y mochila de peluche con forma de gato, perro o Pluto. Dios.
No más chico de enfrente en el balcón.
No más persianas levantadas.
Las bajamos. LLueve y hoy Zuny limpió los vidrios. Que se mantengan, al menos por unas horas.

Hielo en mi cabeza.
No más puntadas.
No más ideas.