En su sueño, Uno la dejaba en la puerta de la casa de Devoto. Ella entraba con miedo. Adentro, Petunia, el taller de su papá, el escritorio. Los ladrillos. El "frío", que no es frío sino fresco, simil iglesia, se mezclaba con los sahumerios, los jazmines, los...........las cortinas que la abuela tejió cuando tenía catorce años (yo todavía no aprendí a coser un botón).
El cuarto de los padres como en los años felices, alfombra carmín, cama baja, taquillón, pero en la entrada, bien delimitado, sector juguetes: la caja verde de los rastis.
La hija/hermana menor, sentada en el suelo con una botella de alcohol en la mano. También pastillas y yo: qué pasó, puedo ayudarte, querés hablar? Y por qué hacés esto, acaso qué esperabas, qué pretendías?
Y ella: yo pensé que mamá se iba a poner a llorar, que iba hacer algo, que iba a reaccionar, pero no, sonreía como una boba, como es su estado natural. (Mamá se casaba).
Estoy por atacar el chocolate para tortas que hay en la bodega, se vence en unos meses. Pero si justo mañana tiene que cocinar brownies y lo necesita; mejor Bon o Bon blanco. Se los saco prestados, mañana los repongo.
Mañana: recorrida por todos los kioscos, maxikioscos, chinos, maxichinos del barrio y no tan barrio. No encuentro bonobones blancos por ningún lado. Tienen que ser blancos, ni el original, ni el suave, ni el amargo, ni Bisnike nevado ni Nugatón con maní. Y bueno, eso te pasa por robarle cosas dulces a Yulai, hubieras comido pan con mermelada, o galletitas Granix salvado sal free con manteca o no sé, empanadas de carne cortada a cuchillo, y no le debías nada a nadie.
Otro dato: justo antes de soñar ella le había dicho a San: si no vamos a estar juntos, no me llames nunca más.
Además, Uno ya estaba enamorado de ella desde antes, desde hace muchos años atrás, desde el día que ella le dijo que había tomado seis mates en su vida: dos en San Bernardo, y cuatro en Palermo. (Tenía botas rosas).
Y además, medalla de oro en "Impulsos Adolescentes" (i am sixteen) en un verano agobiante: llevar(le) pastafrola de mi cumpleaños al banco, (pastafrola=tradición familiar amor, de mi cumpleaños), llamar(lo) tres veces por día cuando me voy una semana a la costa. Y vos, mucho André Comte-Sponville pero no llevás a cabo ni la mitad de toda esa filosofía que leés. Además, yo no puedo amar a alguien si no me gusta como se llama.
Último anillito que queda en el frasco. Es de chocolate, me lo como canté pri.
Salúd.
(Me deprime imaginar a Coca depilándose el bozo).