sábado, 2 de agosto de 2008

PD:

Novia nueva si. Novia nueva de diecinueve años, también. Aunque no pueda competir con eso ni comiendo tres frascos por día de Roc con retinol anticelulitis, ni aunque Marta me haga masajes, drenaje linfático, vendas frías, y baños de algas, cinco veces a la semana. Pero tener un hijo, y llamarlo Santiago, ahí te juro que primero voy a golpear con los puños de mis manos muy pero muy fuerte contra la mesa de algarrobo. Después voy a cortar con un cuchillo el acolchado de plumas que cubre mi cama de dos plazas que uso sola, y después, me voy a ahorcar con la última tanga de Victorias Secret con hilos de oro que Ceci me trajo de Miami. Y eso sería tremendo, porque además de que es divina, y sería una desgracia utilizarla para un suicidio, me salió trescientos dólares. Y eso para una tanga , es mucha plata, por más hilos dorados que tenga bordados.
Hijos no. Pero si llegás a tener uno, cosa que va a suceder y yo voy a salir corriendo como una estúpida a comprar esa revista que tiene en la tapa la nota sobre: "Mi ex fué papá", Santiago no le pongas jamás. Porque me vas a romper el corazón en pedazos. Y yo sé que vos no querés que yo sufra. Y juralo por los ravioles de verdura que nunca te supe cocinar y por todas las veces que te desperté con el ruido del secador de pelo, que Santiago a un hijo tuyo, con una mujer que no sea yo, no le vas a poner jamás.

(Aunque pensándolo bien, si le ponés otro nombre, tampoco estaría muy bueno).