lunes, 4 de agosto de 2008

Horóscopo

4 de agosto, Acuario - Amor: Trata de comunicarle a tu pareja de forma clara y concreta tus verdaderos sentimientos, no puede adivinar lo que te pasa.

Y claro, cómo va a adivinar lo que me pasa, Yulai, si ya lo escribió Isabel Allende en "La Suma de los Días": Su novio esperándola en un rincón, impaciente porque ella no se acercaba, y ella esperando que él la sacar a bailar.

No te digo Yulai, que el amor es un desencuentro absoluto. Porque si no explicame, cómo se entiende, que cuando yo esperé toda la vida que Rey viniera corriendo a mis brazos, el mismo día en que él se tomó un avión para darme una sorpresa, y cuando en el minuto cero de mi cumpleaños tocó el timbre de casa, con kilos y kilos de helado de mis gustos preferidos, yo estaba recortanto corazones de diferentes tamaños y colores para hacerle una tarjeta por el día de San Valentín, a otro que no era Rey. Y ese otro, en ese momento en el que yo, de manera desprolija pero con mucho esmero, recortaba corazones, ya no me miraba porque como siempre, yo me encargué de boicotear la relación Yulai, y cómo vos te vas a enamorar de mi si yo soy una loca de mierda. Es que es eso justamente lo que me enamora cada día más de vos, respondió él, mirándome absorto, y podría haber sido el poema de amor más maravilloso, no te digo del planeta pero si de esos que te venían en los chicles Bazooka de frutilla. Pero no, ella insistía en que: si me amás por eso, estás loco, y como estás loco, yo doy media vuelta y me voy porque para locos ya me alcanza conmigo, y Nike running, chau, si te he visto no me acuerdo, y a mirar para otro lado, o para el horizonte, o para la línea esa finita que divide el río del mar de la que habla Juan en su última novela, esa que a mi me gustó tanto porque decime Yulai, si no es la historia del futuro entre Rey y yo. Y no me refiero a las enfermedades terminales, claro, pero si al reencuentro con ese novio o novia de toda la vida, y el darse cuenta del tiempo perdido en vano y, aunque en realidad no creo que vaya a poder ser como en la novela, porque Rey detesta la playa y no iría hasta la base siquiera de un médano ni por amor a su propia madre, por lo tanto, Juan tendría que hacernos el favor de escribirla nuevamente en algún lugar de montaña, aunque en ese caso, la que no iría a la montaña soy yo, y no te digo, de nuevo, desencuentro total: Rey de campamento en los Andes, con tan sólo una campera y una ollita, y yo en un hotel cinco estrellas en la costa atlántica o en el caribe, con dos bolsos, más "el de mano", con diecisiete pares de zapatos, cuatro jeans y veincitinco musculosas, para diez dias. Venís conmigo Yulai?

Te digo que yo ya perdí las esperanzas de poder entendernos entre hombres y mujeres. Te das cuenta Yulai, si es nuestro tema de conversación mientras tomamos café con leche antes de irnos a la cama y vos te reís porque uso ojotas de goma con medias y yo de tus pijamas largos: vivimos incomunicados, pero pareciera que es eso lo que nos gusta, o justamente por esos desencuentros es que nos buscamos tanto, como queriendo encontrar en el otro, eso que nos falta. Proust también dio en la tecla, Yulai, y ya sé que decís que "cómo hincho con eso", pero no te parece más que acertado eso que dijo: "Uno no se enamora del otro, sino de lo que el otro genera en uno".

Yo si me enamoro de lo que él genera en mi. A mi me enamora que a él le gusten mis pies por la forma en la que con mis talones, me aferro al piso, al suelo, a la tierra. Y cuando él me dice que es como si yo quisiera hechar raíces, me enamoro todavía más, y siento que crezco, como un árbol, hacia arriba, bien arriba. Y mis brazos son como ramas largas, que se extienden hacia el cielo, como queriendo atrapar algunas estrellas, o colgarme de la luna.Y siento que me crece el pelo, como en ese sueño en el que me vi con esa cabellera entre rubia y castaño claro, natural, sin tinturas, como en la época en la que todavía no había descubierto el engaño, la mentira, la traición. Porque, qué es acaso la tintura, si no es un engaño, Yulai. Y querés decirme para qué me teñí de negro azulado yo, además de para manchar las pantuflas blancas nuevas, y la cortina del baño, también blanca. Las dos sabemos muy bien que no fue sólo para mi personaje de Gitana en Cármen, porque la directora ni siquiera lo había pedido. Asumamos Yulai que fue para revelarme, para defenderme, y para actuar de barrera de mi misma, e intentar cuidarme a mi de mi, valga la redundancia. También me enamora que me haga descubrir la sensualidad de mi boca al recorrerlo, la curva de mi cintura al estirarme al lado suyo, y la locura de mis pelos al rodar entrelazados.
Me enamora que me provoque pensamientos como que quizás compartir el mate no sea tan tremendo, o que si me hace una tostada con manteca y dulce de leche, puedo aceptarla sin morir en el intento, porque es como una demostración de amor, no Yulai, y ya lo dice la canción: "Qué es la vida, si no hay cariño, es como un árbol que sin hojas se quedó".