A ella le gustaba lo de los nombres. Hacía listas con nombres de hombre y de mujer, y las guardaba.
Hay nombres raros ahora, pensaba: Luana, Zoe, Uma, que se pusieron tan de moda. Y volvieron "los de antes": Catalina, Paulina, Antonio, Lucio. Esos nombres los usaba ella cuando, de chica, se disfrazaba y jugaba con su amiga Eloisa a ser señoras grandes, tías, abuelas.
Ella estaba contenta con sus dos nombres, aunque muchos le decían que, los dos juntos, sonaban a telenovela venezolana. No le molestaba, al contrario, "tengo nombre de culebrón", pensaba.
Ella estaba contenta con sus nombres, pero había uno que le encantaba, era Dolores. Pero sólo porque a las Dolores les decían Lola. Ahora directamente le gusta el nombre Lola, que claro, duele menos que Dolores.