sábado, 24 de enero de 2009
Sueños breves
Fran observaba su lienzo blanco desde el sillón nuevo que puso en el taller. Yo volvía a ponerme la ropa y me soltaba el pelo. Santi limpiaba sus pinceles con una toalla vieja. Mientras, nos contaba que esos señores cargaban barcos con muchos hombres. "Hasta llenarlos por completo. Hasta que casi se hundían los barcos de tan repletos que iban de hombres. Los tenían así, trabajando duro, parejo, de sol a sombra. Aunque hiciera calor o lloviera torrencialmente. Pero ellos parecían no darse cuenta. Como mulas trabajaban. Ni se quejaban. Lo hacían y ya. Es que sabían que después venía el premio. Los tenían contentos con eso. Para ellos la recompensa era poder tomar agua y comer".