Qué difícil caminar con botas de lluvia, y vestida absolutamente de negro, cuando a la media hora de haber salido de casa, con el cielo encapotado sobre mi cabeza, el sol raja la tierra. Te la regalo.
Pero ya había dado mil vueltas antes de salir, no iba a demorarme ni un minuto más cambiando botas de lluvia por ojotas de goma, y piloto negro por musculosa blanca. Me fui así, si total, en media hora, se viene de nuevo un diluvio universal y andá a cruzar Nazca sin matarte en el intento.
Siempre lo mismo, se me ocurre teñir de color suela, las botas azules, o de marrón, las rosas. Es evidentemente un problema, porque no puede ser por aburrimiento, con el poco tiempo libre que yo tengo en la vida.
Y esta vez no iba a ser la excepción, y también, quedaron espantosas, como la última, y la anterior, y como siempre, y antes de irme al seminario me fui un rato a llorar a "Por tus Pies", a decirle a la empleada que es divina y dice "mama", así, sin acento, y tiene esa cara de actriz italiana, y por qué no irá a un casting me pregunto yo, mientras ella me dice: "mama, yo te las tiño de nuevo, quedate tranquila que vamos a probar con otro color, no vale la pena que llores por esto".
Y yo en un acto absolutamente ridículo y patético, argumento que "no es con usted señora, el trabajo está muy bien hecho, es que a mi no me convence el color. En la muestra, como era un pedazo de cuero más chiquito, se veía diferente. Además me vino, y últimamente me cambia tanto el humor, una angustia vio, acá, en el pecho, y me vestí de negro y me puse botas de lluvia, y tengo un calor, no se imagina. Y Rey que se fue con una nena, de dieciocho años, señora, podría ser su hija, no le parece".
Y ella, que insisto, debiera haber sido actriz y no zapatera, con un pincel en la boca, mientras que con sus dos manos grandes, teje una trenza con su pelo largo y ondulado, me dice: "son todos iguales, mi amor. Cortados por la misma tijera".
Pero fijate que yo pensaba lo mismo que la mujer zapatera, pero no, hace poco descubrí que Él es diferente, porque Él entendió todo. Y cuando digo todo, es todo:
Es saber que los hombres de determinadas profesiones hacen el amor con las medias puestas, y así, rápido, "como para sacarse el rollo de encima".
Es entender que quizás el amor, no es que te sostengan la frente mientras doblada en dos, y con la cabeza entera adentro del inodoro, vos vomitás sin respiro, sino que desde afuera del baño, te alcancen el Reliverán, o que te pongan cuarenta gotitas de Hepatalgina en medio vaso de agua. (El tío y yo le ponemos cincuenta, y mamá tiene razón, dice que en eso parecemos padre e hija, porque somos los dos así de exagerados, y que además revolvemos el café con tanto fervor que "queridos, no hace falta poner tanta energía en una cucharita adentro de un pocillo").
Él entendió todo porque sabe qué nombres de mujer, son de podóloga. Y además, si hace calor, y el roce de la remera le saca un salpullido acá, en los costados de la cintura, aunque le pique, y le queme, y las ronchas sean del tamaño de una lamparita y no lo dejen dormir, Él se la aguanta como un hombre de pelo en pecho, porque "yo no soy un tipo que ande usando talco, acaso no te diste cuenta de eso, todavía".
Y eso está muy bien, porque al no usar talco, se le pueden aceptar un montón de cosas que a otro ni siquiera le perdonarías, porque es sabido lo mal que a mi me ponen los restos de talco en un cuerpo. Los restos de talco en el cuerpo de un hombre. Ni hablar si es en los pies. Porque es preferible que ronque fuerte de noche o te destape, pero no que se le vean restos de talco entre los dedos, porque eso a mi me desenamora tanto como que no le dejen propina a un mozo, o que digan "de" en serio. Y me pasa algo que es raro, porque por un lado, saldría corriendo sin parar hasta Viamonte y Florida, y por otro, no sé, es como si el talco actuara como un gas paralizante, que me deja inmóvil y callada, unicamente observando el polvo blanco entre sus dedos, sin poder decir "ni mu". Y al rato de nuevo, unas ganas locas de manguerearle las patas hasta que sus pies queden inmaculados, (eso quiere absolutamente limpios), pero no, las imágenes de la señora esa, de blusa floreada, diciendo "pespunte" o "bricolage", y qué manera tan Utilisima Satelital de decir pavadas, me dejan quieta de nuevo, sentada en un banco de plaza al lado de sus dedos con resto de polvo blanco.
Yo antes opinaba como la zapatera, que todos eran iguales, porque al final, después de jurártelo "por mi madre que en paz descanse", a la primera de cambio, chau, y cuando vos pedís explicaciones, el famoso, "bueno, acaso la gente no cambia", y lo que ayer era eterno, hoy no puedo entender cómo sucedió.
Igual fijate, que haber entendido todo, no te exime de decir frases tan incoloras, inodoras, inoloras e incípidas, como "mejor llevate tus copas de mi casa porque los bienes tienen que circular". Y ahi la que no entendió nada fui yo. Porque si, tal vez fue un atrevimiento de mi parte, que me avergüenza, es cierto, y quizás sentiste que te invadí, pero yo lo hice únicamente con la buena intención de compartir algo donde verter un rico vino y brindar por la libertad, por las olas y por el amor. Y porque no soporto que las cosas estén por años, envueltas en papel de diario del año 1987, absorviendo tinta negra, adentro de una caja en un estante del lavadero, arruinándose por las filtraciones que vienen del quinto piso, o guardándolas "para el día de mañana, por si acaso". Acaso qué. Acaso no es peor que llevar dos docenas de copas, dejar mi shampoo para cabellos teñidos en tu bañadera, mis guantes de goma en tu alacena, o mi rosario preferido en el cajón de tu mesa de luz.
Y ahora, además del cielo encapotado sobre mi cabeza, cargo un piloto negro sobre mis hombros, como si fuera una mochilla llena de plomo. Y el calor me aplasta como si alguien me chupara desde abajo de la tierra.
Y tus palabras se clavaron en mi garganta, como si fueran trozos de vidrio de copas rotas, y yo ya no puedo hablar, ni comer, ni tragar, ni llorar, ni escupir.
Ni usar mis botas azules teñidas de color suela, porque quedaron espantosas, como la última vez, y la anterior, y como siempre.