sábado, 26 de julio de 2008

Novia fugitiva

Vos insitís Yulai, en que yo no diga nada de todo esto que siento, porque total, mañana se me pasa y otra que Fermina Daza en El Amor en los Tiempos del Cólera, y "discúlpeme Florentino, pero hoy al verlo, me di cuenta que lo nuestro no es más que una ilusión".

Sabés qué pasa Yulai, que yo no puedo quedarme con todo esto adentro. Es como cuando ves a alguien conocido caminando por la vereda de enfrente, es obvio que vas a querer llamarlo, hacerle señas con la mano, gritar, saltar, para que te vea. Es imposible seguir caminando como si nada. Por eso yo te digo que no es que quiera, sino que necesito, decirle que desde el primer momento, bueno, desde el primer momento no, pero si desde el segundo o el tercero, me arrepentí a lo Letu Bredice y con bombacha y sin corpiño, asi tapándome las tetas con las dos manos, "les pido perdón a todos los hombres de los que me escapé". Y que ahora no podría salir corriendo cual novia fugitiva, primero, porque ya no tengo las Nike running de aquel entonces y con estas Puma no es lo mismo, porque no son tan cómodas, y además porque los médicos todavía no me dieron autorización para correr. Y que es verdad que me molestó que no hubiera coherencia entre lo que decía y lo que hacía, y que sentí que era un cobarde porque no tuvo el coraje de desandar lo dicho, porque para qué tanta historia con eso de una relación madura, sincera, directa, con paz por las mañanas y peces en el corazón, si al final, todos son iguales, y lo dicho, dicho está, pero no seas ilusa mujer, y date cuenta de que no soy David Coperfield pero puedo hacer que todo se desvanezca como por arte de magia, y ni aunque te lo jure por Julita, o por mi hermanito que es lo que más amo en el mundo, porque si cruzo los dedos el juramento no tiene efecto, y si no los cruzo tampoco se muere nadie.

Y P. me dijo que por una pavada tiré todo por la borda en menos de lo que canta un gallo, y que "por intolerante te perdiste un chico divino, un amor de persona". Y claro, ella lo conoce desde hace años, como veintisiete, por eso lo defiende. A mi me conoce hace no sé, cinco, seis años como máximo, y encima no soy su amiga, sino que era la novia de uno de los mejores amigos de su marido, doce personas y un lobo marino entre nosotras dos, está claro que corro con desventaja con respecto a Uno.

Y me retás Yulai, y me decís que por hacerme la liberal, no soy clara, y que parecemos dos adolescentes jugando a las escondidas, y desde el baño y mientras te ponés el tapaojeras, "maduren de una vez, querés". Y ahí me hacés sentir, no te digo la peor de las hermanas mayores, pero si asumo que debieras haber nacido vos primero y yo seguirte, y observarte y, bueno Yulai, qué más querés que haga, que le diga que en el verano me compré pensando en él: trece remeras, (dos de ellas estampadas, una con pájaros, otra con mariposas), un escurridor de lechuga (qué hallazgo), y un collar con una muñeca azul a la que no sé si llamar Abril, Acuario, Azul, Frida Kahlo o Libertad.
Que hace meses me acuesto, y almuerzo, y me levanto, y meriendo, y voy a la casa de electricidad que queda en Avenida Mosconi, y no lo miro nada de nada al chico con gorrita, y al otro menos que menos porque se casó, y vuelvo a casa, y me baño, y cuando voy a cambiar la bombita que compré, por no subirme a una silla, no llego ni poniéndome en puntas de pie, y se me cae, y se rompe, y se me llenan de vidrios las botas marrones que estaban abajo del aplique de luz. Y voy al chino porque me olvidé de comprar el postre de vainilla que nunca voy a hacer, y mojo las frutigran en el café con leche, y me golpeo la rodilla con la mesa ratona, y miro una novela sin prestar atención al contenido pero me quedo absorta observando a Luisa Kuliok porque está igual que en La Extraña Dama y para esta mujer no pasa el tiempo, será de Dios. Y que se me cae el frasco de mermelada, y le cambio las pilas al control remoto, y pongo a funcionar el lavarropas, y me como una manzana asada con miel, y prendo un sahumerio, y hago, digo, no digo, no hago, tantas, pero tantas cosas pensando en él?
Que siento que con él estoy "en tratamiento de recuperación", y que si me descuida o me descuido sería gravísimo, porque en un sólo segundo caigo como en picada desde una montaña de penas, en el precipicio de las redes envenenadas del desamor de Rey. Cómo le digo que es el único, pero el único de todos todos eh, con el que me arrepentí de escaparme, y que cuando vuelvo con Rey no es porque quiera sino porque no puedo, y no es por justificarme Yulai, pero aunque vos no lo entiendas, no es inexplicable, porque ya lo dijo el doctor Abdala en la revista Viva, y el doctor Abdala sabe, que está comprobado científicamente que en esto de las adicciones al amor de un hombre malo que te parte el corazón en mil pedazos, hay algo relacionado con los impulsos obsesivos, como la drogadicción, el alcoholismo o los trastornos alimenticios. Y el doctor Abdala te dice palabras como "dopamina" y a mi me da una seguridad.

Fue una noche después de sacar la basura a la calle, cuando me miré en el espejo del botiquín de Mendoza y querida, no podés estar tan amargada, y me di cuenta que hacía tanto que no escuchaba mi propia risa, y me dio lástima, porque era hermosa mi sonrisa Yulai, y hasta la doctora Kotler quería sacarme una foto y exponerla en el consultorio. Te acordás de los monos con bigotes, y las flores, y los perros en monopatín, y los globos que tenía pegados en el techo, para que cuando nos sentáramos en el sillón celeste y nos pidiera que abriéramos la boca, en lugar de llorar y patalear, nos distrajéramos con las figuras de colores.

Poly opina como vos, que más vale que cuando conozca a alguien, open my mind y me deje de joder con Rey, y con la pelota. Y yo me pongo contenta cuando creo que en unos ojos nuevos, o en unas piernas largas, o en unos libros de filosofía, encontré el amor, y se lo cuento a M. y "esta vez es diferente" y "cuántas veces escuché eso, decime, cuántas". M. suspira fuerte, y está a punto de encender un cigarrillo, pero no lo hace porque yo ya le conté que no me dejan fumar ni estar en lugares en los que se fume, porque "la nicotina impide que mi prótesis se adhiera al hueso", y le da culpa hacerlo, porque imaginate un disco no agarrado a la vértebra, "sería una desgracia la boca se te haga a un lado", y entonces no fuma, pero pasa nerviosa las hojas del cuaderno, y hasta me da la sensación de que está por revolearme el cenicero por la cabeza, y dice que no le importa saber quién es el nuevo desconocido de sexo masculino que ocupa mis tardes de té con limón y mis noches pegada al teléfono, porque igualmente el destino final de esta historia de amores, desamores, tormentas, llantos y pasiones, es Rey.

Año 1998, el desencuentro según Yulai: "Me acuerdo de una noche en la que planchabas y llorabas, porque vos lo amabas y él no"

Quizás tengas razón Yulai, y lo mejor sea quedarme sola, y no decir nada de todo esto. Mejor calladita la boquita, y si tenés el impulso de abrirla, mejor andate a la plaza a hacer tai chi con esa pareja que se viste de blanco y vende plantitas del dólar, u ordená por orden de fecha de vencimiento las latas de lentejas que tenés en la alacena, o hacete un baño de crema de algas marinas, o algo que te haga hacer silencio, porque acordate que después "sos esclava de tus propias palabras" y ahí si que me da un ataque y me dan ganas de golpear la almohada contra la pared y hago "patadita" contra el piso, porque quién me mandó me querés decir, quién me mandó a hablar, si yo estaba tan tranquila, sola en mi casa, descalza y despeinada, cuándo no, haciendo de cuenta que mi raqueta es una guitarra y desentonando Sweet Child O´ Mine, tomando mate, chequeando casi de manera obsesiva la temperatura en la televisión, escuchando cada tanto Kiss Me en la computadora, y cantando, haciendo de cuenta que Eduardo me hace audicionar para reemplazar a la chica (gorda) que lo hacía antes porque "por un tiempo no va a poder venir a los ensayos porque se dobló el tobillo izquierdo en su clase de tae bo", y ahora que me probaron a mi, Eduardo queda deslumbrado al verme y al escucharme, y al final decide que quedo yo como la protagonista de este musical, y canto, no te digo con la voz de Liza Yulai, pero si con su potencia y su energía. Y el libreto dice que tengo que subir por la escalera que está detras de bambalinas, y asomarme a ese balcón de utilería, desde el que miro hacia abajo, hacia los costados, hacia arriba, hacia adelante y hacia atrás, y no lo encuentro a Rey, ni a Uno, ni a Romeo, y yo no soy Julieta. Y me querés decir Yulai, quién soy yo y a dónde estoy, que no me puedo encontrar.

(Eduardo sabe que con tacos soy un desastre, entonces me permite dejarlos al pie de la escalera, total, detrás de ese balcón de utilería, nadie se da cuenta de que en realidad estoy descalza, con medias negras como mi ánimo y tan agujereadas como mi corazón).