Si no me dejás tocarte ahora, sobran las caricias que brotan de mis manos. Y mueren en esta piel que busca, pide, grita, piel.
Qué desesperante es cuando en los sueños se te caen las monedas. No hay manera de agarrarlas.
Como cuando (en sueños) querés correr (y no podés avanzar),
como cuando querés gritar (y no te sale la voz),
como cuando querés defenderte (de ese hombre malo) y como lo querés más a él, que a vos, tampoco podés. Como lo de las monedas.
Pero por suerte, Saturno, recién tocó tu sol, mi sol, nuestro sol............y si bien no estamos salvados, diría que eso, es muy bueno. Tanto como tener hambre, nuevamente, y poder ingerir alimento y nutrirte y entonces no morir en el intento de vivir esta locura llamada amor, llamada desamor, llamada cambio absoluto de hábitos enfermos que nos mataban.