viernes, 29 de junio de 2007

Regresando

Te vas de Mendoza (hacia Buenos Aires) el viernes a la noche, pero "te empezás a ir" el jueves a la mañana: cuando tratás de no usar una remera más, así la llevás limpia y no agregás algo más a la bolsa de ropa sucia que siempre pesa más en ese estado, y ocupa más lugar. Cuando merendás con tomates perita, asi los terminás. Cuando querés un budín de verduras, pero te comés el último bife que quedaba en el freezer, con una pechuga de pollo, que estaba freezada también (y aunque no te guste mezclar carnes), así lo dejás sólo con las cubeteras (vacías). Te empezás a ir cuando hoy jueves, tocaba cambiar el toallón, pero lo usás un día más. Cuando las medias rojas rosas y amarillas (personalmente no son tan ridículas como lo que se lee), no te combinan con el sweater gris, pero ya guardaste las otras y las que sí te van con este polerón las guardás para el viaje (por algún motivo me esmero en estar presentable, aunque sea para viajar sentada en un micro, toda la noche).

Y así, aunque viajás el viernes (a la noche), te estresás (me estreso) desde el jueves a la mañana. Y el viaje parece de dos días, porque recién bajarás del micro el sábado por la mañana y podrás desarmar la valija el sábado..........al mediodía (entre que salís de la terminal, llegás a tu casa, saludás a tu familia, hacés el desayuno de rigor con ellos).......Me pone mal pensar cuánto tiempo estará mi ropa, mis botas negras de caña alta (que amo), mis cremas (si se destapará alguna y manchará el resto de las cosas), mi grabador de periodista al que a propósito le saqué las pilas para guardarlo, mis escritos, mis libros, en la valija cerrada a la fuerza.

Disfruto armar los bolsos, disfruto de los preparativos antes de irme a algún lado, lo tomo como "parte del viaje" (sean o no vacaciones). Pero al regresar, cuando todo debiera ser más fácil: guardás lo que trajiste, lo que encontrás en los placares, en los cajones, en el botiquín del baño, a mi se me complica. Me tensiono. Me pongo malhumorada. Se me oprime el pecho también.

Es que las despedidas, (me) duelen.