domingo, 8 de abril de 2007

A la una de la mañana

Es bueno, en parte, que se corte la luz en casa: no televisión, no música, no distracciones como ponerme a ordenar el placard, revisar papeles viejos o lavar alguna remera a mano. Uno se siente perdido. Se te ocurre, (ya que no podés ver tele), ponerte a planchar, pero tampoco podés.

Te quedás dos segundos en silencio y te escuchás. Y escribís (aunque sea debajo de la luz de la última vela que te quedaba en el cajón de abajo de todo de la cocina, esa que está ahí entre los "separadores" para el freezer, las rejillas a estrenar y el sacacorchos viejo que no se usa más).