viernes, 5 de septiembre de 2008

Controles semestrales y vinos virtuales

Yulai, qué día de locos hoy, amanecí agotada: me arden los ojos, me pesan las piernas, me duele el pelo, las pelusas en los rincones, las migas de pastafrola sobre la mesada y el miedo que tengo de verlo al médico mañana. Y me duele soñar con él cada noche. Con él, con su bata blanca, con su puntero, como si fuera un maestro, señalando las placas, y escucharlo en mi inconsciente repitiendo: el disco, el disco, el disco. Cada tanto dice "el desgarro", y yo me despierto sobresaltada, con taquicardia y el corazón en la boca. Me duele la mañana cuando de noche no descanso. Pero mirá vos Yulai, que yo venía repasando mis dolores en el colectivo asi mañana le cuento todo al doctor, y cuando se demoró por más de dos minutos en ese semáforo, pude ver todo el amor del mundo en esa mano japonesa, que le acariciaba la cabeza a ella, que estaba de espaldas a mi, los dos en la vereda de enfrente, y por qué estaba triste esa chica Yulai, qué le dolía a ella y a su cola de caballo negra?

Sabías Yulai que el hemisferio izquierdo tiene pre conceptos formados que sería bueno desterrar?. Eso decían hoy en el taller, mientras yo, dura como una estatua y un tanto acalambrada porque la pose requería tener la cadera quebrada, escuchaba de fondo esa música clásica y todo lo que la profesora les iba diciendo a los alumnos, sabés Yulai, son cosas tan interesantes, dan ganas de grabar las sugerencias y escucharlas cada tanto, y ella seguía: dibujen con el hemisferio derecho, que parece que es mucho más permeable a los cambios, se adapta, es más flexible. Será que a mi ese hemisferio me falla, Yulai. El que se adapta, me refiero, al de los cambios. Además de la cadera quebrada, yo tenía el brazo duro, estirado, apoyado bien recto sobre el borde de una mesa de fórmica blanca. Blanca como la bata del médico. Observen la forma del brazo, decía la profesora. "Como una columna", decían ellos, y cuando decían "columna", a mi se me erizaba la piel, Yulai, porque qué le pasa a la mia, que duele tanto, y desde que todo esto empezó, aquel febrero fresco en Buenos Aires, siento que perdí mi eje, mi guía, mi núcleo, mi raíz, mi verdadera religión, y ando desconcertada, como cuando estás en otro país y sólo ves letreros que no entendés, y taxis de otros colores, y todo te resulta desconocido, como cuando iba a la casa de Vero, que quedaba en Lugano, y me parecía que el 114 me iba a llevar al fin del mundo, no sé.

Sentada en sala de espera de la Suizo. En la pantalla esa no pasan otra cosa que no sea el "Swiss Channel". Un múltiple choice sobre cómo debe dormir tu bebé: A) boca arriba, B) de costado, C) boca abajo. Qué tipos de migrañas existen. La higiene del cordón umbilical. Estás amantando, y otro test al respecto: bebidas alcohólicas, si o no?.
Rodriguez Elsa, llaman. Cada vez que se asoma un radiólogo creo que me toca a mi. Pero no. Sale otro, nos mira y dice, Perez Héctor. Tampoco. Los minutos se me hacen eternos antes de los estudios, pero cuando miré el reloj, sólo habían pasado diez minutos Yulai. Si estuvieras acá dirías que soy muy ansiosa. Ahora que sos mamá el cigarrillo no te afecta solamente a vos. Terminantemente prohibidas, decía el letrero, fondo rojo letras negras, como si fuera la placa de Crónica TV. Las bebidas alcohólicas cuando amamantás, digo, Yulai. Artritis, cómo prevenirla. No me acuerdo la respuesta sobre cómo debe dormir el bebé pero boca abajo creo que no porque se pueden morir. Y para dejar de fumar, la frase: "te invitamos a desafiar tu fuerza de voluntad". Consejos para vivir mejor: tomar mucha agua, hacer actividad física, preferentemente al aire libre. En esa parte nunca falta la chica con aspecto saludable, que corre con calzas y top, con sus pelos al viento y un perro al lado, cuándo no. Sale otro radiólogo. Es lindo. No muy alto pero lindo. Ojalá me toque con él. Clara Sanchez. Mirá, éste llama primero por el nombre, después dice el apellido, los otros llaman al revés. Cómo me llamarán a mi. Según con cuál me toque, claro. Silvia Gadeo. Esta vez no es idea mia, Yulai, miro el reloj y ya pasaron cuarenta y cinco minutos y yo sigo acá sentada, se les habrá traspapelado mi ficha. Ya sé, calmate, dirías. Si se agrietan los pezones, unicamente crema de caléndula. Eso ya lo escuché en otro lugar, parece que es la única que no es tóxica para el bebito, sabias Yulai?. Dermatitis en el primer nacido, qué hacer. Igual, qué desagradable chupar en la teta de tu mamá crema de caléndula, por más poco tóxica que sea. Lo de desafiar la fuerza de voluntad está bueno, no Yulai, digo, no sólo para dejar de fumar. Ya me cansé de estar sentada, y me aburrió la música de los informes del Swiss Channel, y no soporto el perfume de esta mujer que acaba de llegar y se me sentó tan cerca que casi me pone su tapado de piel en la cara, y no puedo creer que esa señora se despida de esa otra con un "que tengas una buena vida". Buena vida le dijo, Yulai, no fue un "que tengas un buen día", o "una buena semana", como para extender un poco los buenos deseos. No te parece un tanto exagerado despedirse asi de alguien con quien compartiste unos minutos de tu vida en una sala de espera mientras mirabas el Swiss Channel con sus consejos sobre cómo vivir mejor. Estela Asale dice el radiólogo que me hace acordar a alguien y no sé a quién. Ahora se asoma el chico lindo de nuevo.
Si, me toca con él Yulai, y encima no tiene anillo.

Mucho gusto, pasá por acá, y antes de que terminara nuestro saludo "de manos", pregunta, tajante: embarazo?
Respuesta: No. Rotundo. Pero estoy implantada, siempre se lo tengo que informar al radiólogo.
(Mira con cara rara). Sacate anillos, aros, cadenitas, el corpiño, ponete esta batita y esperame acá.
El corpiño también?
Ay las batas Yulai, ésta era grande, larga, ancha y de tela, y no chica, corta, angosta y de papel. Increible, una bata que me tapa el culo. Eso si, sacarme el corpiño, que está abajo del tapado, del sweater, de la polera, de la musculosa, un lio. Cuando el chico lindo, se asomó: estamos ya?, a mi todavía me faltaba sacarme las botas (de lluvia, hermosas) y el jean.
Listo, ya estoy, pero esta bata tiene las cintas para atar a los costados desparejas, una a la altura de la cintura y la otra en los tobillos, asi no puedo sujetarla. No importa, tengo bombacha linda, como siempre Yulai, y además la polera es larga, y me tapa, menos mal. Porque encima de eso: acostarme en esta camilla blanca, fría y dura, tener que pasarle por encima, como con una aplanadora a todo mi pudor, e ignorarlo, y aguantátela, porque qué voy a decir o qué voy a hacer, no me queda otra Yulai. Acá vine y acá me quedo.
Acostate acá boca arriba.
(Vos te acostás conmigo?).
Por qué te operaron de la columna?
(Al menos tenemos tema de conversación).
No respires.
(Ahora me doy cuenta, ninguno tiene anillo. No es un privilegio de mi radiólogo "no tan alto pero lindo", porque trabajando en rayos, todos tienen que sacárselos).
Porque se me lastimaron algunos discos.
Sos deportista?
Si, soy. Bah, era, pero no fue por hacer deportes ni por un accidente.
Respirá.
Y qué pasó entonces?
Conocés la DDD?
Ahora ponete de costadito, mirando hacia allá.
("Hacia allá" es siempre con el culo apuntando al vidrio desde donde los demás radiólogos miran. Me miran).
Quietita eh?, qué lindas medias tenés.
Si, con dibujos de gatitos.
Ahora respirá profundo. Y mantené el aire.
Me encantan las medias con dibujos.
No te muevas.
Y ahora estás mejor?
(Seguimos hablando, dió para largo el tema).
Volví a nacer, le dije apuntando mis pulgares hacia arriba.
Respirá normal.
Qué frío hace acá adentro, es como una heladera gigante pero sin comida.
Me alegro. Por lo de volver a nacer, digo. Listo, esperame allá adentro que chequeo "las fotos" y te aviso.

Y me vuelvo a esconder en ese cambiador, camarín, no sé cómo llamarlo, con un perchero y un banco bastante cómodos, al menos acá hay más lugar que en los baños de Alto Palermo que después de la reforma son mínimos. Hay un cesto de basura para "arrojar unicamente algodones". A mi no me dieron algodones Yulai, puedo tirar el papel de este caramelo de miel con limón?. Y la foto de una embarazada y "mamá, si me querés, cuidame, no me expongas a los rayos", como si hablara el bebito que está adentro de la panza.

Y ahora hay que esperar Yulai, a que la semana que viene, los doctores y sus batas blancas miren las placas, señalen con sus punteros, digan "el disco", reiteradas veces, y cosas asi como L5, S1, aconsejen no hacerme mala sangre "porque tu enfermedad avanza según cómo vos estés animicamente", pregunten si estoy nadando o haciendo gimnasia postural, den la orden con algún que otro análisis de sangre, digan "no dejes de caminar, mínimo, cuarenta cuadras por día", yo les ruegue arrodillada, con las manos juntas como si estuviera rezando, y con cara de desesperada: "resonancias no". Les pregunte si me dejan hacer bucéo. Manden a poner hielo dos veces por día como mínimo. Buceo si, andar en lancha no. Y además, tenés que acostarte al menos veinte minutos a mitad del día asi tus discos se hidratan. Y quién quiere andar en lancha. Tenis sólo sentada. Sigo con mi plegaria: tampoco discografías, y soy terminante: no estoy dispuesta. Sentada, me estás jodiendo. Venite en seis meses. Para eso miro partidos en canales de deportes. Como quieras, pero en el living de tu casa no hay sol, andate a una canchita y que un amigo te haga el favor de pelotearte cerca, asi vos desde una silla pegás y descargás. Descargás, dijo Yulai.

Sabés que voy a hacer Yulai, esta noche, para no pensar en esas cosas y estar tranquila, le voy a aceptar a Elo la invitación que me hizo para tomarnos unos vinos virtuales, porque ya lo dijo ella y es verdad, "compartimos la misma noche", y no te parece divino eso, Yulai, y a la vez increible y maravilloso, que a pesar de los miles de kilómetros que nos alejan la misma luna nos cobije. Ella tiene un balcón mejicano, chiquito, un medio circulo que llenó con plantas a las que "les gusta mirar el sol desde las alturas de un segundo piso". Ella allá y yo acá, en mi balcón, que no es circular pero tiene plantas, y recordar el pasado en preescolar, y cómo ella me enseñaba a pintar prolijo sin salirme del borde de las figuras geométricas, y de los zapatos feos de la señorita Iris, y del lio que se armó cuando el señor Saco, que era el director, cerró el colegio y se olvidó a un chico en un rincón de la dirección, "la cara contra la pared, asi aprende", le dijo. (Facho). Y te acordás del micro de la señora Emilia que nos llevaba y nos traía todos los días, y de cuando vomitaste todos los fideos moñitos que habías comido al mediodía. Cómo pudiste ingerir tanta cantidad. Yo miraba atónita y vos te doblabas al medio, me asusté mucho, estabas pálida, y esa tarde tu papá te retiró antes y no fuiste a natación ni a gimnasia, obvio. Y te acordás cuando me contabas que te habían llevado a conocer ese monumento "más alto que mi papá y que tu papá", y yo no te creía, y "más alto que el techo del aula decís que es?". El inquilino mamá, Elo me dijo que la llevaron a conocer el inquilino. Y entre vino y vino nos acordamos de Patricia, la depiladora que venía a domicilio y una vez nos atendía en la casa de Elo, y otra en la nuestra. Vos eras muy chiquita Yulai, te llegaste a depilar con esa chica?. Y también nos acordamos de los veranos en los que para juntar plata para nuestras vacaciones hacíamos "ojos de Dios" o "estrellas de la suerte". Se los puede llamar de las dos maneras, me explicabas vos, sentada en la tierra de la plaza esa, en la que con un mantel en el piso intentábamos vender a quienes pasaban caminando nuestras creaciones hechas con escarbadientes y lanas de colores. Otro verano hicimos artesanías con broches de madera, otro pintamos remeras con Poly Dor, y el siguiente, mejoramos la calidad y armamos nosotras mismas cajitas de madera balsa, en las que dibujábamos en miniatura y con mucha precisión, montañas, ovejas, árboles, hacíamos el cielo, celeste, y las nubes, bien blancas, y siempre en alguno de los cuatro lados de la caja con forma de casa, una iglesia. Al tiempo mamá lo pudo deducir, era el obelisco lo que a Elo la habían llevado a conocer que era "casi tan alto como el cielo, aunque vos no puedas creerlo". Y nos juntábamos a hacer la tarea de la escuela o a estudiar inglés particular, y nos ayudábamos, ella a mi con las fórmulas matemáticas y yo a ella con los tiempos de verbo de la tercera columna. A la señorita Martha la enojaba tanto que dijéramos "airon", pronunciando la "r", te acordás, y Mr. David que siempre nos decía lo mismo: "traducir es malo, pero no traducir es peor". Me dio mucha verguenza la clase en la que veíamos las diferencias entre make y do, y llegó la parte del love. Make love o do love?. Ni idea, pero me puse muy nerviosa, vos no?, y con Javier nos mirábamos de reojo y estábamos todos colorados. Y Ceci que de un año a otro apareció con unas tetas enormes. Pero si era una tabla Ceci. Te operaste? Callate o no te cuento más nada. Tenia veintitrés años Ceci, y a nosotras que no llegábamos a los quince, nos parecía adulta y nos encantaba que trabajara y tuviera su sueldo a fin de mes, y se comprara un helado a la salida de la clase o lo que tuviera ganas sin preguntarle a su mamá. Otro vino Elo? Y yo no puedo creer como siendo tan "hermanas del alma", nunca pude contarte que mis papás se habían separado. Y me sentía tan mal por no poder decírtelo, y también soñaba todas las noches con eso, como con los médicos. La escena se repetía: estábamos las dos sentadas en los escalones de ladrillos, al lado de la pileta de mi casa que todavía tenía en el fondo, restos del agua sucia del invierno anterior. Tomábamos Nesquick frío con pajita, mirábamos hacia abajo, cada una concentrada en sus propios pies, como chequeando que no nos faltara ningún dedo, y yo, muy tranquila, te daba la noticia, y vos te enterabas por mi, que mi papá ya no vivía en esa casa, y que porque estaba muy enfermo habíamos tenido que podar el ciruelo con el que hacíamos dulces todos los otoños.
Y cada mañana al despertar, me lo prometía: hoy en el primer recreo se lo cuento. Y al final pasaba el primero, el segundo, y llegábamos al tercero, y vos ibas al baño y yo me demoraba comprando alfajores en el buffet (alfajores para otros, porque en ese momento yo ya había dejado de comer todo lo que no fuera galletas de arroz, manzanas verdes y miel, y esas cosas no se venden en los kioscos de los colegios), y asi se pasaba otro día más y yo seguía sin contarte, y tuviste que encararme vos, una tarde cuando volviendo del colegio, nos bajamos del 21 y caminábamos por la General Paz, ibas adelante mio, frenaste en seco, te diste vuelta y con tus rulos rojos mirándome de frente, dijiste: yo ya sé todo lo que pasó, sólo quiero que sepas que podés contar conmigo.
Seguimos caminando como si nada, llegamos a tu casa, preparaste unos fideos con manteca mientras yo me sacaba el guardapolvo blanco, y después comimos queso con dulce membrillo de postre.

Por eso la quiero tanto a Elo Yulai, porque pase lo que pase, sabemos que nos tenemos, ella a mi y yo a ella, y mirá que por ahi pasan años sin vernos, pero apenas pisa suelo argentino, con sólo mirarnos ya nos entendemos, y con una pava y un mate mediante, nos reimos como locas porque ella dice que yo de grande voy a ser como la mamá de la nanny, la de la serie, y es como si todo ese tiempo sin vernos no hubiera existido nunca.
Te acordás Elo del fin de semana en la isla del Tigre. Tu tío sabía leer las manos y a mi me daba miedo que él descubriera el día de mi muerte y me lo dijera. Pasó todo el fin de semana y yo seguía sin animarme, pero al final, el último día, dos minutos antes de que nos viniera a buscar la lancha, le di mis manos abiertas: vas a viajar mucho. El matrimonio va a traerte no pocos problemas. (Qué novedad). Vas a tener tres hijos, el del medio varón, y va a ser tu debilidad. Y a los veintiún años vas a conocer al hombre con el que si no llegás a casarte, vas a tener la relación más importante de tu vida.
Y no se equivocó Elo. Tu tío vió en los surcos de mis manos, la presencia de Rey en mi vida. Llegó la lancha. Cerré mis manos. Estábamos cansadas de tanto río y sol, y nos dormimos tiradas sobre nuestos bolsos repletos de esa cantidad de cosas que nunca usamos. Creo que yo fui la primera en dormirme porque cuando comenzaba a soñar, todavía escuchaba las voces de ustedes tres, y el motor de la lancha a lo lejos era como el arroró: "tenemos que dejar la casa de Devoto", le decía yo a mi prima que justamente en el sueño se llamaba Soledad, "me tengo que ir de acá y de todo mi pasado. Estoy asustada, pero quiero hacer una fiesta de despedida, porque cuando algo termina, una nueva etapa comienza". Organizábamos una fiesta en el jardín de la casa grande, con siete ambientes y un sólo baño, con "casita de los juguetes" en el fondo, con la enamorada del muro que ese día, el de la fiesta, se aferraba con más amor que nunca a su hombre de cemento. Como si alguien quisiera robarle un pedazo de vida. Como si le fueran a arrancar parte de su eje, de su guía, de su raíz, de su verdadera religión. (Elo, vos sabés que yo siempre sentí que Rey era mi bastón, y hacerme a la idea de caminar sin él a mi lado, me provocaba tanto vértigo y desesperación como cuando tenía que sentarme frente a un plato de ravioles. Lo más parecido a estar parada en la corniza de un edificio muy alto). Esa noche, además de la fiesta, la música, y los sombreros de colores, yo cocinaba panchos para todos. Festejábamos comiendo y yo volvía a respirar.

Llegamos a destino y la lancha se detuvo. Era de noche y las estrellas brillaban más que nunca en el cielo negro, intenso e inmenso. Me gustaba escuchar los golpes del agua, como si le hiciera caricias a la baranda de madera del muelle. Al final, entregué mis manos tan sobre la hora de irnos que no le pregunté a tu tío cuál era el final de mi historia de amor y pasión con Rey, en las líneas dibujadas sobre mi piel. Ni siquiera si Rey tenía un final en mi vida. Otro verano, si volvemos al Tigre y ya sin miedo a que el vea el día de mi muerte en mis manos, se le pregunto.

Elo, otra copa de vino?.