Ella abrazaba a un chico, opaco y liso.
Él se quedaba inmóvil, inerte.
Ella le dijo: vos no tenés sol.
Él le respondió: se me rompió.
Ella se vio reflejada en el cielo cubierto de nubes de ese chico triste.
En sus vidrios empañados.
En su agua turbia.