martes, 23 de octubre de 2007

Morir de amor

Quiero encontrarte, con el pelo suelto y a cara lavada, en ese departamento, que es nuestro paraíso perdido, o nuestro templo encontrado, le dijo él, a miles de kilómetros de distancia, pensando en un futuro, próximo encuentro, con ese cuerpo que amo sólo una noche, varios años atrás.

Ella le contó con dedicación y con lujo de detalles todas las bombachas estaba coleccionando, destinadas a lucir para él en ese encuentro tan esperado: con plumitas, con flores, con angelitos, con una sola tirita, con dos, otras más grandes y no por eso menos sexies, como las de antes, de encaje, de puntilla, de gasa, de tul, lisas, estampadas, en colores claros, oscuros, pasteles, estridentes.

Él, que amaba esos calzones de puta, sin embargo, le dijo: cuánta variedad de bragas me abruma, tal vez te prefiera desnuda, corazón.

Corazón: Así le decía él, y así ella amaba que él la llamara.
Corazón.
Sintió que le empezaba a latir muy fuerte.
Que se le salía del pecho.
Y murió.
De amor.

(Sin poder estrenar esas bombachas).