martes, 10 de marzo de 2009

Sueño arriba de un Renault 12

Fijate que después de una noche abombada, con migraña incipiente y "Los Miedos de Yulai" porque "el ascensor está subiendo y bajando desde la una y media de la mañana y tengo miedo", me levanté pensando en cuando patinábamos con los Leccese de tiras naranjas y la abuela me enseñaba a barrer la vereda dividiéndola en franjas así se me hacía menos complicado.


Antes, soñé con Paloma y con mi vecino, D. que increíblemente se animaba y subidos los dos a un Renault 12, él adelante y yo atrás, me confesaba: "claro que hay una mujer en esta vida que me gusta, y esa sos vos, acaso nunca te diste cuenta". Sus ojos fijos en el espejito retrovisor y yo que desde el asiento de cuero negro, le esquivaba la mirada porque me ponía nerviosa tal confesión y además, ahora, tarde piaste, tengo novio nuevo y es divino y usa ojotas con jeans y eso le queda tan bien, porque hay que tener una onda especial para lucir así y no quedar como un Agustín vestido de Jorge, eh?
Almorzábamos, él, Paloma y yo, en el restaurante de un club de barrio, el GEVP. Milanesa a la napolitana él, Paloma y yo compartíamos una carne al horno con papas. Había en la mesa tres señoras más que ni sé quiénes eran, y él, mi vecino dueño del Renault 12 marrón metalizado, pagaba la cuenta de todas.
Elo rendía un examen de manejo y no me atendía el celular. Esa misma tarde comenzaba el seminario de teatro con María Esther y yo no iba, o llegaba tarde, o no me acuerdo bien.

A la noche en la cena, les conté a mamá y a Yulai cómo era:

amanecer cuando todavía era de noche en la casa de los abuelos

desayunar en el negocio

la cantidad de manteca que la abuela le ponía a las galletitas de agua que me preparaba con jamón y queso

el fresco de la sombra cuando al mediodía bajábamos la persiana por unas horas

la frazada sobre la que el abuelo se acostaba a dormir

el olor de la siesta

las baldosas del pasillo que conducía al baño del fondo

los mocos de esa nena que andaba siempre en pañales y el perro que un día le mordió la nalga a la tía A.

Igualmente nunca hubiéramos podido tener un romance mi vecino D y yo, ni siquiera de esos de besos en la vereda cuando de noche sacamos a pasear al perro, o vamos a comprar cigarrillos al kiosco, porque él toma agua mineral Villa del Sur y yo Villavicencio. Imposible congeniar. El agua lo dice todo. Imaginate que el setenta porciento de nuestro cuerpo, es agua. Nos hubiéramos matado en el intento de amarnos.