lunes, 29 de octubre de 2007

Ella y nos nombres VI

Se preguntaba qué pasaría si una nena llamada Dulce o Linda, resultaba ser de grande, fea o malhumorada. Ella decía que ese tipo de nombres era mejor ponerlos más adelante, para ir viendo cómo era uno, no sólo físicamente sino también en su personalidad. Y con esto de la personalidad, a ella le parecía que algunas personas mayores eran como desautorizadas por sus nombres: ¿Cómo respetar a un jefe de cincuenta años, llamado Lucas? Al menos ella creía que Lucas era nombre de nene, de adolescente como máximo, pero no de adulto.
De la misma manera no podía concebir la idea de un bebé que se llamara Susana, Elsa, Haydee. Le parecían nombres de adultos.
Ella pensaba que debía haber nombres para cada edad o etapas de la vida: niñez, adolescencia, adultez. Sol le parecía hermoso como nombre de nena, pero no podía pensar en esa misma nena (con ese mismo nombre) cuando fuera abuela.

martes, 23 de octubre de 2007

Morir de amor

Quiero encontrarte, con el pelo suelto y a cara lavada, en ese departamento, que es nuestro paraíso perdido, o nuestro templo encontrado, le dijo él, a miles de kilómetros de distancia, pensando en un futuro, próximo encuentro, con ese cuerpo que amo sólo una noche, varios años atrás.

Ella le contó con dedicación y con lujo de detalles todas las bombachas estaba coleccionando, destinadas a lucir para él en ese encuentro tan esperado: con plumitas, con flores, con angelitos, con una sola tirita, con dos, otras más grandes y no por eso menos sexies, como las de antes, de encaje, de puntilla, de gasa, de tul, lisas, estampadas, en colores claros, oscuros, pasteles, estridentes.

Él, que amaba esos calzones de puta, sin embargo, le dijo: cuánta variedad de bragas me abruma, tal vez te prefiera desnuda, corazón.

Corazón: Así le decía él, y así ella amaba que él la llamara.
Corazón.
Sintió que le empezaba a latir muy fuerte.
Que se le salía del pecho.
Y murió.
De amor.

(Sin poder estrenar esas bombachas).

lunes, 22 de octubre de 2007

Garganta

En el cielo las estrellas
en el campo las espinas
y en el medio de mi pecho..........
mi garganta

rencorosa,
roja de furia,
como mi corazón,
agazapado entre las brasas
del amor que aún:
duele
molesta
sufre
y arde
entre las llamas apagadas
del fuego que una vez fuimos

jueves, 18 de octubre de 2007

Sueño de siesta (extendido)

Ella abrazaba a un chico, opaco y liso.
Él se quedaba inmóvil, inerte.
Ella le dijo: vos no tenés sol.
Él le respondió: se me rompió.

Ella se vio reflejada en el cielo cubierto de nubes de ese chico triste.
En sus vidrios empañados.
En su agua turbia.

lunes, 15 de octubre de 2007

Sueño de siesta

Ella abrazaba a un chico, opaco y liso.
Él se quedaba inmóvil, inerte.
Ella le dijo: vos no tenés sol.
Él le respondió: se me rompió.

Tal vez ella era ese chico.

lunes, 8 de octubre de 2007

Remeras negras

Surgía una salida para ir a bailar.

Yo me probaba ropa para salir. Manchaba cada remera negra que me ponía, con desodorante, blanco. Ese que "no mancha la ropa". Hasta en los sueños me persigue la mancha con desodorante. Me la sacaba. Manchaba otra. Me la sacaba, manchaba otra, y así hasta vaciar todos y cada uno de mis cajones y entonces, sobre mi cama, además de papeles, la cartera dada vuelta, los pañuelos de papel usados (y los sin usar, pero con ese paquete destrozado que me da tanto asco........) ahora también había remeras negras. Manchadas de blanco.

En el living, estaban mis apuntes, carpetas, libros, todos tirados. Se levantaba viento y se volaban. Me desesperaba.

En el baño, también había dejado cosas desparramadas.

Todo era un caos.

Me volvía a probar más remeras negras, que no se de dónde habían salido, pero ahí estaban, esperando ser probadas. Y manchadas. Con desodorante. Blanco.

Llegaba la hora de irme a bailar.
La fobia al encierro de esos lugares, el humo, la música tan fuerte, los hombres que te preguntan de qué signo sos o siempre venís a bailar acá, hizo que me despertara.

Menos mal, no sé con qué remera hubiera ido finalmente. No me quedaba una sola sin manchar. Con desodorante.
Blanco.

Preguntas

¿Cuáles eran mis sueños, con vos?
¿Cómo son mis sueños, ahora que no estás?
(No al lado mío)

¿Cuál será tu sueño, sin mi?

¿Me soñás?

Yo si.

(A veces).

sábado, 6 de octubre de 2007

La migraña

Es una vincha de clavos.

Que no te deja ver.
Ni oler.
Ni hablar.
Ni sentir.
Ni respirar.

Que te detiene a cada paso que intentás dar.

Y duele mucho.

Y no se pasa.

Y te querés morir.
O al menos, querés poner la cabeza debajo de un tren.

viernes, 5 de octubre de 2007

Ella y los nombres V

No le parecía muy apropiado que a un hombre lo llamaran Nardo o Jazmín, porque si bien Jazmín, (ella lo sabía), era nombre para ambos sexos, Jazmín era una flor y era por lo tanto, femenino. Pensaba que era mejor que los llamaran Ciruelo, Palo Borracho o Pino, que son nombres de árboles. Pero ella tampoco sabía si existían como nombres.

Y ella está

Sola en el mundo,
con su maleta
y su tristeza.

(Y una canción desesperada que puja por nacer).